Una
tarde volvía del colegio con mis amigas, esa
tarde cantábamos
una cancioncilla cuya
letra
se burlaba de la cara de Franco. La
habíamos aprendido en el recreo. Era
bastante pegadiza. Mi madre estaba sentada en la puerta de la calle
cosiendo junto a otras vecinas y escucharon nuestras voces y
risas antes
de vernos aparecer por la esquina de la calle.
Entré en casa y mientras
preparaba la merienda me preguntó sobre quién nos había enseñado
esa cancioncilla y si sabía quién era Franco. Le dije que las
chicas mayores la cantaban
y, acto seguido, saqué una moneda de una peseta del
bolsillo de mi bata y
le mostré la cara que había dibujada en la moneda. Ese
es Franco, le dije, muy segura de
acertar.
Sorprendida me dijo, muy seriamente. Bien, pues escucha con atención:
no quiero que vuelvas a cantar canciones como esa, las demás niñas
que canten lo que quieran, pero tú…
no o
me enfadaré contigo.
Dicen que Franco
se
va a morir y habrá guerra, decir
esa palabra y mi madre dejó de ser mi madre, le cambió de tal
manera la cara que parecía otra mujer, por su palidez pensé que iba
a desmayarse. ¿Qué es la guerra, tan malo es eso?,
le
pregunté.
No digas esa palabra, me dijo. Me
entregó el bocadillo casi a punto de llorar. Definitivamente
consiguió asustarme. No
pensé que iba a ponerse de esa manera y
me sentí mal
Me
quité la bata
y entonces recordé algo que quizá la calmaría:
Bueno, también decían que si el Príncipe Juan Carlos aceptaba ser
Rey de España no habría...eso, le dije. Ella asintió con la
cabeza, pero
parecía estar en otro lugar.
Merienda
y vete a jugar, me contestó.
Mi
madre aún no había cumplido dos años de vida cuando estalló
la guerra civil en España y cuando terminó tenía
tan sólo cuatro años. Por esa razón no guarda demasiados recuerdos
del horror vivido, del
hecho en sí,
pero su
familia, que es la mía, tuvo
que sobrevivir a la miseria que dejan las guerras como todas
las
familias
que quedaron
en pie después de una catástrofe de
tal
categoría y tuvo
que ser
duro, porque habían transcurrido treinta y tres años del fin de la
contienda y aún palidecía mi madre con sólo escuchar la
palabra que
la nombra.
De
cómo se engendran las circunstancias que marcan las vidas de las
gentes, de cómo las buenas
y malas políticas
influyen
en todos los aspectos y
mucho,
mucho
más…, nos
habla, nos informa y nos advierte César Vidal en su libro “UN
MUNDO QUE CAMBIA” el
cual
sigo leyendo con un interés inconmensurable.
Aquí os dejo unos párrafos muy interesantes del primer capítulo:
“A
día de hoy, la idea de la democracia apenas encuentra discusión u
oposición en la mayor parte del planeta”. “La democracia sería
una realidad tan indiscutible y tan irreversible que hasta las
dictaduras le rinden homenaje y, más tarde o más temprano, darán
paso a su imposición en sus países respectivos. Este análisis es
comprensible, pero la realidad es que resulta profundamente erróneo”
“La democracia nunca es irreversible ni está consolidada
eternamente”
“Las
causas de la desaparición de la primera democracia no constituyen
circunstancias del pasado, sino que, en realidad, siguen perdurando
hoy en día y de una manera angustiosamente real”
“La
primera democracia de la Historia surgió en Grecia. A decir verdad,
se limitó a Atenas, e incluso no cubrió toda su Historia. La
democracia ateniense inició su andadura en el siglo V a. de C. y la
concluyó en el siglo IV a. de C. En total, no llegó a sobrevivir
dos siglos y, curiosamente, su final fue anunciado con muchos años
de antelación por algunas de las mentes más preclaras de Grecia.
Las razones del final de la democracia son diversas y comenzaron a
ser descritas cuando la democracia todavía era una realidad”
“La
primera de las causas fue lo que se denominó la ceguera popular
causada por la ignorancia”
“Como
señaló el gran poeta Píndaro4: -Cuanto mayor es la muchedumbre,
más ciego en su corazón.. El historiador Plutarco señaló con
amargura que en la democracia -aunque los que hablaban eran los más
hábiles, los que decidían eran los ignorantes… Jenofonte (o quien
se ocultara bajo su nombre) afirmó con dolor en su Constitución
de los atenienses que, al final, quien tenía un poder decisorio
no eran los mejores y más instruidos, sino los más estúpidos e
ignorantes. Esa ignorancia, cuando no estupidez, del pueblo lo
convertía en un instrumento fácil de manejar por políticos
carentes de escrúpulos” “A fin de cuentas, como indicaría el
gran orador Demóstenes, no se soportó el hablar sincero y se
expulsó la libertad de palabra del debate político”.
“La
demagogia de los gobernantes y las pasiones del pueblo se sumaron
para que la guerra fuera considerada un negocio provechoso por muchos
atenienses”
“Los
políticos habían llegado a la conclusión de que alcanzar y
mantener el poder era relativamente fácil. Bastaba con sustituir la
verdad por la adulación, la competencia por las promesas
electorales, el buen gobierno por la mentira. Esta combinación de
factores acabó con la democracia ateniense en el curso de su
enfrentamiento con Esparta”
“En
el 399 a. de C., la democracia había regresado, pero asentada sobre
unas bases más que débiles.
De
hecho, ese mismo año, el filósofo griego Sócrates — el hombre
más decente de Atenas — fue condenado a muerte por un tribunal
popular. Sócrates en última instancia fue ejecutado porque la
democracia no estaba dispuesta a permitir que hablara con libertad”
“Si
la democracia consideraba una amenaza a los hombres veraces y
honrados, si limitaba la libertad de expresión, si era,
prácticamente, un intercambio de intereses entre unas masas sin
principios morales y solo ansiosas de recibir del poder y unos
políticos dedicados a la demagogia no podía quedarle mucho tiempo
de vida” “De hecho, personajes de la talla de Jenofonte, Platón
y Aristóteles consideraban que era incluso mejor así porque no
pasaba de ser otra forma de tiranía” “El siglo IV a. de C. no
había concluido cuando el sistema desapareció para no volver a
emerger en siglos”
Continuará…
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