domingo, 28 de febrero de 2010

HOMENAJE A MIGUEL HERNANDEZ EN LA BIBLIOTECA DE ARAGÓN





Homenaje a MIGUEL HERNANDEZ en el Centenario de su nacimiento.

El acto tendrá lugar el martes día 2 de marzo de 2010 a las 19,00h. En el salón de Actos de la Biblioteca de Aragón (Dr. Cerrada,22) Zaragoza.

Intervendrán:

Lucía Izquierdo (nuera del poeta)
Ángel guinda (poeta conferenciante)

Los escritores y actores:

Rafael Campos
Mª José Moreno
Geraldine Hill
Octavio Gómez Milían
Reyes Guillén
Ana Alcaraz
Inmaculada Marqueta
Carmen Ruiz
Aloma Rodriguez

Y de la Asociación Aragonesa de Escritores:

Manuel Forega
Luisa Miñana

viernes, 26 de febrero de 2010

RECAPITULEMOS II




Bien, recapitulemos, porque voy algo escasa de tiempo y palabras. Palabras que no he dicho ni escrito. Tiempo que no tengo tiempo de alcanzar… y pasa sin permiso…y eso me está matando.

Y es que los días, los meses y años cada vez pasan más deprisa.

Hablando del paso de los años: si despedíamos el año 2009 de una manera “Brutal” con Manuel Vilas, nuestro último Poeta invitado dentro del ciclo “Poesía para Perdidos” en La Campana de los Perdidos…, continuamos con el ciclo... y el comienzo de éste año 2010, no ha sido para menos, y ha sido así, porque no podía ser de otra manera, no cuando los invitados del sábado, día 23 de enero, fueron dos jóvenes y, sin embargo, preparados Poetas como son Juan Luís Saldaña y Enrique Cebrián, a los que no tenía el gusto de conocer poéticamente hablando o, mejor dicho…, recitando, y conocí esa noche.

Me alegré de conocerlos. Y tanto que me alegré. Cómo no me voy a alegrar si me dejaron con la boca abierta: Juan Luís Saldaña tiene desparpajo y poderío para rato y lo repartió a diestro y siniestro entre los presentes… y con ese niño que todos llevamos dentro.

Me gustaron sus poemas. Amén, por su cariñosa obsesión por los chinos que nos hizo disfrutar un buen rato…, y eso es siempre de agradecer.

También me gustaron mucho los poemas de Enrique Cebrián, compañero de escenario, cómplice, amigo y emotivo poeta. Por cierto, acertadas y sabias palabras las que Manuel Forega, maestro de ceremonias en la noche, dedicó a los dos poetas. Palabras con las que reflejó mucho mejor que yo, sin duda, el carácter poético de ambos: tanto la simpática ironía de los poemas de Juan Luís como la sensibilidad contenida de los poemas de Enrique. Y palabras con las que agradeció el que, a pesar de sus diferencias en lo literario (me encantas las diferencias), siguieran siendo amigos. Y muy bien, a mí me pareció más que bien. Fue estupendo poder comprobarlo.

Después entre poemas y poemas apareció Luís Cebrían y sus FRIENDS que al final de la noche acabamos siendo todos los friend, claro. Porque escuchar a Luís Cebrián es hacer amigos y cantar y reír y mandar las penas a freír churros en las Vegas. En fin, qué queréis que os diga: que fue su “Gran Noche” como dice la canción de Adamo que la cantó mejor que el propio Adamo y que Rafael juntos, que con Luís fuimos como niños en sus manos… y que fuimos felices.

Por tu santa madre, Luís: no te vayas nunca de Zaragoza, por mucho que te paguen, no nos dejes solos ni tú ni tus FRIENDS. Aquí también hay pasta, tiene que haberla y si no: la inventaremos. Porque “Si hay que se ser… se sé…” ¿alguien se acuerda de esto? jejeje.


Bueno, bueno, continuamos con Poesía para Perdidos: y lo hacemos con el siguiente sábado, día 6 de febrero. Poetas invitados en esa noche: Adolfo Burriel y Fernando Burbano.

Creo que todo el mundo a estas alturas sabe que me encantan los contrastes. Pues en esta noche hubo mucho, pero que mucho contraste y no sólo porque la siguiente cita con el ciclo se presentara más tranquila que la anterior, sino porque los poetas invitados fueron y son “puro contraste” maravilloso, diría yo, y esto es lo que hace la vida divertida y la poesía es eso: vida.

Fernando Burbano es un poeta con voz potente y esto al principio puede asustar a los oyentes, pero si no fuera así no podría contener sus emociones, estoy segura de ello, sólo hay que poner un poco más de atención al escuchar sus poemas y ellas, sus conmovedoras palabras, así lo indican. Las palabras de los poemas de Adolofo Burriel son más sosegadas, más sumisas, pero con una gran intensidad emotiva, al menos, es así como llegaron a mí en el poco tiempo que pude escucharle o concederle, porque me fue imposible acabar la noche, tuve que marcharme y lo sentí, me hubiera gustado felicitarlos, de verdad, pero este invierno está siendo fructífero en virus y la responsabilidad mandaba en mí.

Aunque disfruté de los momentos que compartí con los demás y con los invitados, y además tuve la ocasión de escuchar y conocer en la primera parte de la noche a Nico Cassinelli. Sorprendente lo que puede hacer éste artista con un jarrón y un talento musical extraordinario.

¡¡¡ENHORABUENA A TODOS!!!


Seguimos recapitulando, pero esta vez nos vamos a la Universidad de Zaragoza, a la Sala de Juntas de Filosofía y Letras sin ir más lejos y vamos allí, porque es ahí, en esa Sala, donde Nacho Escuín nos convoca un jueves al mes dentro del ciclo “Este jueves, poesía” para que continuemos o podamos conocer y escuchar a más y más Poetas.


Bien, el jueves, día 21 de enero, tuvimos la ocasión de conocer a dos nuevos invitados: Juan Antonio Tello y Abel Murcia, aunque con Juan Antonio Tello he coincidido en algún otro acto literario, si no recuerdo mal, pero no conocía su poética. Y fue una gran ocasión para aquellos que ya los conocían de reencontrarse personalmente con ellos. Con dos grandes Poetas que eso es lo que son y quedó demostrado.

Fue una tarde interesante y lo fue, porque siempre es interesante lo que aprendes al escucharles, pero también porque les pones voz y gestos a las fotografías que ves de ellos en poemarios, en periódicos, en carteles, en fin, que así es más auténtico, más humano.

Me gustaron los dos, me gustó oír sus opiniones acerca de esto o de lo otro. Aunque tengo que decir, sin despreciar ni mucho menos las intereantes palabras de Abel Murcia, que Juan Antonio Tello me sorprendió. Me sobrecogieron sus profundos poemas, sus honduras. Me inquietan las profundidades vengan de donde vengan…, bajo la tierra o sobre ella. Me interesa su búsqueda del “yo”, porque “io” estoy en ello y me identifiqué bastante con sus palabras. Después estuve en el Candy Warhol escuchando a Zowie y vi y escuché tocar la batería (creo, no estoy yo muy puesta en instrumentos musicales) a Juan Antonio Tello y la a cantante que era estupenda y enigmática, algo que también me dejó sorprendida, pero no pude acompañarles toda la noche y bien que lo sentí, de nuevo las obligaciones mandaban sobre mí.


De igual manera que el jueves, 18 de febrero, en la que los Poetas invitados fueron Carmen Camacho y David Eloy Rodríguez y que esta vez me fue imposible asistir a ambos lugares: a la Universidas y al Candy Warhol. Lugares ya, como La Campana de los Perdidos, de culto para mí.

Esroy segura que fue una tarde-noche estupenda en compañía de los dos Poetas.

Sólo me queda dar las gracias a la AAE de la mano de Fernando Sarría, organizador del ciclo “Poesía para Perdidos”y a la Universiad de Zeta de la mano de Nacho Escuín, organizador del ciclo “Éste jueves, Poesía” y que junto a Fernando Frisa, “culpable” de dilatar las noches Poéticas, organizadas en el Candy Warhol, su local.


Ahhhh !!!, bueno, que os espero éste sábado, día 27 de febrero a partir de las 22´00h. en La Campana de los Perdidos dispuestos a recibir a un nuevo invitado: Xulio L. Valcárcel, y Jorge Berges acompañándonos en lo musical.


Allí nos vemos... o eso espero.

miércoles, 17 de febrero de 2010

ME ENCANTA CÓMO NOS AMA MANUEL. ME ENCANTA SU CORAZÓN.



ALGUNAS PALABRAS SOBRE "AIRE NUESTRO" DE MANUEL VILAS



ABC

CARLOS MARZAL:

En lugar de que estas líneas constituyan una microrreseña, preferiría que tuviesen la fuerza de un altavoz. Manuel Vilas ha escrito una de las mejores novelas españolas de los últimos años, y nadie que tuviese aprecio por la alta literatura debería perdérsela. Divertida hasta la carcajada, brillante hasta el asombro, impecable en su ritmo y sus sorpresas. La obra está llamada a figurar como un clásico reciente, por su visión alucinada de la realidad, por su sarcasmo ante la Historia, por su irreverencia para con todo lo habido y por haber.

.......
publicado en el "ABC" de Valencia, 24/octubre/09

EL PERÓDICO.COM


LA PANTALLA IRREAL


MATÍAS NÉSPOLO:


El poeta Manuel Vilas dispara contra la sociedad del espectáculo en su novela ‘Aire Nuestro’

Al margen de encasillamientos avanza, sin embargo, la obra sólida y a la vez radical del poeta aragonés Manuel Vilas, ya en su segunda novela.

Después del 11-S en tiempo real, el simulacro no solo ha resultado ser mucho más salvaje de cómo lo describiera el francés, sino además verdadero. La hiperrealidad es nuestro pan de cada día. El cotidiano bombardeo de imágenes que determina nuestra visión del mundo.

Con esta premisa construye Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) su tercera novela: «Si la materia es televisable, la materia existe». Aire Nuestro es una cadena española de televisión del siglo XXI donde el incesante flujo audiovisual de la era de la información arriba al paroxismo.

Todo cabe y todo es posible en su pantalla total, compuesta de 11 canales de visionado simultáneo o combinados telepáticamente, porque pasado y futuro quedan abolidos en el presente de la imagen y realidad y ficción son la misma cosa. Incluso el Más Allá tiene carta blanca, a condición de que sea pixelado.

Vilas, aquí dispara además contra la cultura pop, la política y la sociedad del espectáculo. La disgregación ya viene dada de antemano con la caótica y delirante programación. Una apuesta formal aún más arriesgada porque la veintena de relatos que conforman Aire Nuestro se convierten en esquirlas de una novela imposible –que traduce la superposición audiovisual en historias alineadas– cuya estructura estalla a las pocas páginas.

El humor ácido, el sarcasmo y la crítica despiadada de Vilas salen indemnes. Incluso también la enternecedora fe con la que autor aragonés asume el poder reparador de la literatura para casar realidad y deseo. «Como todo es ficción, las cosas se pueden cambiar; sí, la ficción se repara», dice Elvis Presley.

Vilas asume el riesgo con una ambicioso retrato de la desquiciada hiperrealidad que nos rodea y, pese a todo, sale victorioso.

Porque como bien dice el espíritu de la Teletienda: «Lo que yo creía delirio resultó ser honestidad. Lo que los demás dijeron que era frivolidad, degeneración, inconsistencia y provocación resultó ser representación».

El PERIÓDICO DE ARAGÓN


DANIEL MONSERRAT:


Manuel Vilas ataca al espectáculo mediático en “Aire nuestro”.


El escritor aragonés desafía a la linealidad y al tiempo en su tercera novela, que acaba de ver la luz.

En un mundo en el que hay multitud de plataformas que ofertan cientos de canales de televisión, el mando a distancia se ha convertido en el rey. "Es más interesante poder cambiar lo que estás viendo que lo que propiamente estás viendo", señala Manuel Vilas.

"No puedo ofrecer, de manera literaria, simultáneamente todos esos canales pero la idea sería una superpantalla donde los once canales estarían emitiendo a la vez. Es, en realidad, una metáfora de la realidad que vivimos. Todo lo que está ocurriendo a la vez en el mundo", explica el oscense Vilas.

Así, en esta novela, Vilas transforma la máxima El que no sale por televisión, no existe en Si la materia es televisable, la materia existe. Según el escritor aragonés, "solo existe lo que es reproducido por los medios de comunicación" ya que, opina, "seguimos viviendo en el imperio de los medios de comunicación".

En Aire nuestro, el tiempo juega un papel fundamental ya que se pone en duda, en muchas ocasiones, su correspondencia con la realidad.

Manuel Vilas se ha convertido, sobre todo con sus dos últimas novelas (esta Aire nuestro y su anterior España) en una de las voces de la nueva narrativa en castellano, que desafía el concepto de la linealidad.

“La complejidad en la que estamos inmersos la desbarata y hay que buscar otras posibilidades para representarlas". Algo que, a su parecer, no está sucediendo solo en la literatura. "También está ocurriendo en el cine. Solo hay que ver la última película de Tarantino, que desde el montaje es caótica precisamente porque le quiere dar forma a esa complejidad", concluye Vilas.

PERIPATETISMOS 2.0 :

Tengo que decir que, después de leer 'España', no pensaba que el siguiente volumen de la saga me fuese a impactar tanto como lo ha hecho. Sin necesidad de establecer ránkings afirmaría que 'Aire Nuestro' supera todavía a su precedente. Me parece más completa, más brutal, si cabe. Y es que Manuel Vilas es brutal, con todas las connotaciones positivas que uno pueda imaginar dentro de esa palabra.

Manuel Vilas es quizás el escritor que más y mejor saca a la luz las tripas de la naturaleza humana. Las muestra, y lo bueno es que nos permite reírnos de ellas, de lo que nos conforma. Vilas ama el universo, ama al ser humano (no el abstracto, sino a cada uno de los bípedos implumes que se arrastra sobre el planeta). Vilas está lleno de amor; y por eso odia con tanta rabia. Hay mucha rabia en sus páginas. Vilas es un escritor político sin ser matraquista. Vilas es un escritor jacobino. Vilas escribe porque no le dejan cortar cabezas.

Si yo fuera rey dejaría que Vilas me cortara la cabeza. Antes de morir gritaría bien alto ante la concurrencia: “Me gusta España, me gusta este aire nuestro”. Entonces Vilas, haciendo uso de su infinita clemencia, me indultaría; y acudiríamos al bar más próximo a tomarnos un martini con su aceituna.

JORGE CARRIÓN:

Aire Nuestro es, sobre todo, la segunda parte de España. Una suerte de España II. Vilas no ha ido más lejos porque quizá no se puede ir más lejos por ese mismo camino. De modo que ha trabajado desde la misma posición, la que resulta de detonar la unidad del relato extenso para lograr con la detonación decenas de relatos, interconectados por la ceniza y por el humo de la explosión y no por la supuesta unidad que compartieron. Sin embargo, además de las obsesiones conocidas (el sexo, la españolidad, ciertos iconos musicales, la autoficción entendida como metamorfosis ovidiana, sin límites de verosimilitud, la historia de la poesía española), en la nueva novela se añaden hilos conductores mucho más sólidos (tubos por donde circula el humo). Sobre todo uno: la reflexión sobre la lengua española, en conflicto con el inglés. El libro acaba con la invocación del sistema fonológico de Emilio Alarcos.

La lengua es explorada como violencia. Esa violencia, la recurrente insistencia en lo español (la tauromaquia) y la convicción explícita de que todo es ficción me expulsan a menudo de los textos de Vilas. Pero, imantado por una prosa poderosísima de poeta poderosísimo, siempre regreso a ellos. Continúo. Les soy fiel. Entonces entiendo que la violencia, la españolidad y la ficción no son opciones, sino maldiciones. Como se ve en el mejor capítulo, cuento, relato, pasaje o fragmento del libro: el encuentro con el padre. La fiesta oscura de Vilas, la revolución grotesca de Vilas, la misión goyesca de Vilas.


ZONA DE OBRAS


Ciencia Cierta:


«Manuel Vilas es uno de los pocos autores de narrativa que ha desarrollado formas nuevas. Humor inteligente e impensable, en una lírica perfecta», dice Agustín Fernández Mallo, colega de Vilas y admirador de su obra. Y lo dice en relación a Aire nuestro, la buena nueva que llega para confirmar que la prosa de este hombre es cosa seria.

Vilas abandonó el anonimato cuando apareció su anterior novela, España. Se ve que las buenas críticas le vinieron muy bien a un escritor que ahora va a por más, para presentar una nueva novela con espíritu futurista y mucho humor.

Ficción al servicio de la realidad expuesta de un modo único y muy atractivo.



AGUSTÍN FERNANEZ MAYO:


Me resulta difícil hablar de uno de los libros más extraordinarios que he leído en años. Aire nuestro, de Manuel Vilas (Alfaguara, 2009). Un libro que me deja en estado de shock. No he podido parar de releerlo, ni de mirar su portada: Manhattan visto desde una esquina llena de basura de Brooklyn, basura profundamente bella, basura del otro lado del río. Esa otra orilla de la realidad, de la literatura, es la es la que nos propone Vilas.

Manuel Vilas parece advertir una presencia en todas las cosas: la Vida, nuestra vida. Manuel Vilas celebra la Vida desde la singularidad, desde lo raro, algo que pocos escritores son capaces de hacer.

En todo lo que cuenta hay una celebración de las cosas, en el sentido de que hasta en el paisaje más distópico siempre hay algo humano, algo que nos lleva a la empatía, al poema, al delirio común que hay en todas la cosas, delirio que finalmente se nos hace no sólo creíble, sino necesario. O a la inversa, muestra la racionalidad que hay en todo delirio; da igual, el territorio de Aire Nuestro -nuestro aire-, es un fluido de ida y vuelta: no hay poro por el que no se nos cuele y allí, en buena metáfora, haga su trabajo. Y todo es narrado con la sensibilidad, frialdad y precisión del también extraordinario poeta que es. Resulta difícil saber cómo se las apaña para, en toda esa extravagancia, en toda esa sátira y fractura de la realidad, descubrirnos aquello que nos conmueve a todos. Ése es el objetivo de toda literatura bien hecha.

Del humor a la conmoción, -y viceversa- hay un paso, el paso Vilas. Impresionante.

Manuel Vilas, es, sin duda, el Tarantino de nuestras letras, ése que, haga lo que haga, siempre sorprende con piruetas 100% Vilas, es nuestro ciberpunk buñuelista, como si Buñuel se hubiera metido a ciberpunk, o como si Ballard regentara un chiringuito en Benidorm, pero sobre todo es un narrador inmenso, de esos que no pueden imitarse sin caer en el ridículo, y con los que siempre te estás preguntando, ¿cómo es posible que pueda dar un paso más, qué será lo siguiente que haga? Y siempre lo hace, siempre consigue dar ese paso adelante con una inteligencia y humanidad fuera de lo común. Y enmudeces. Porque los libros de Vilas son humanos, muy humanos. Aire Nuestro es, en mi opinión, su mejor libro, la confirmación -para todo aquel despistado que aún la necesitara- de que Vilas ha construido lo propio de todos los creadores de altura: un cosmos único, un territorio irrepetible, un estilo inimitable. Y poético, muy poético. Algo que ya nos había dejado claro con su anterior novela España (DVD ediciones). Aire nuestro, nuestro aire, ¿es que puede haber un título que nos hable más claramente de algo que nos atañe a todos?: los pulmones.


ABC


MANUEL DE LA FUENTE:

Los libros también se leen con el tacto) y por supuesto terrestre, porque los asuntos y trasuntos de esta nueva novela de Manuel Vilas tienen carne y tienen hueso, pero sobre todo tienen alma, corazón y vida por muy de ficción que sean.

El intenso pulso narrativo, el buen humor, la inteligencia y la chispa de cepa cervantina, la poesía y la reflexión bienhumorada sobre el presente, el pasado y el futuro hacen de «Aire Nuestro» una novela que el lector se zampará en menos de lo que dura un anuncio requetecursi de esos de los coches. Con estos personajes y esta programación, Manuel Vilas tiene el share está asegurado.

DAVID REFOYO:

Manuel Vilas ha construído el mejor libro español del año.

Cuando vas en el Metro riéndote a carcajadas y la gente te mira mal por culpa de

un libro, es que ese libro tiene mucho valor, mucho.

He pensado mucho con este libro. He aumentado mis conocimientos históricos. He aprendido mucho de la generación del 27. He creído en la revolución. Me he hecho comunista y monárquico, como Carrillo. He aprendido a admirar la música popular, a amar a Estados Unidos como provincia matriz de España.

Un experto es cualquiera que no sea de la ciudad. Esta cita es extensible a todos los comparadores. A todos aquellos que dicen que Shebald es paradigmático. Shebald también vino de alguna parte. Y Vilas, claro. No estamos hablando de negaciones, de inventos, de Cervantes... estamos hablando de disfrutar, de soñar, de reírse. Es lo más importante.

Yo leí España (DVD, 2008) y pensé que era un libro enorme, que estábamos ante una puerta interesante. Yo creí que España era un libro infinito. Yo creía que Vilas se moriría con España, nunca pensé que España quedara ahí, en su sitio, y que Aire Nuestro explotase por encima del tiempo y la memoria

Vilas habla de Zamora en una de sus notas de página. Vilas ha sobredimensionado las notas de página. La has sacado del aburrimiento. Las ha traído al siglo XXI. Ha convertido las notas de página en algo más que aclaraciones. Vilas, las notas de página y Zamora. Algo mágico, por supuesto.

13. Aire Nuestro son 3 copas. Y Aire Nuestro y 3 copas, 30 euros, una noche mágica. Insuperable.

ÁMBITO CULTURAL

RUBÉN SÁEZ:

"Todos los programas de televisión de ese alucinante y alucinado canal creado por la pluma irreverente de Vilas, vuelven una y otra vez sobre las obsesiones más recurrentes del autor."

"Aire Nuestro", recurre a la sátira, nada menos que uno de los olvidados orígenes de lo que hoy llamamos novela, para dar otra vuelta de tuerca a su particular y divertidísima manera de observar la vida y la literatura.

Aire Nuestro es más bien una novela festiva, jocosa y desternillante, una donde la deformación y la caricatura sirven al autor para mostrarnos que la complejidad del mundo no es más (ni menos) que un carnaval donde las certezas desaparecen y donde la duda, único valor inmutable, campa a sus anchas hasta hacernos titubear sobre la existencia de lo real.

Pero no queda ahí la cosa. En esta novela imprescindible donde la risa se eleva por encima de la habitual chabacanería para posarse firmemente en las alturas de la mejor literatura de humor, se suceden escenas y capítulos que, como el obtuso reflejo de la omnipresente y fagocitadora cultura televisiva de nuestros días, nos muestran un paisaje juguetón que bordea lo surreal.

Y es que Manuel Vilas está conjurado contra el aburrimiento y como Ramón Piña o Agustín Fernández Mallo (quien recientemente calificaba a Vilas como "el Tarantino de las letras españolas") se ha tomado a pies juntillas una máxima que se reproduce en Aire Nuestro y que refleja el sentido, el fin y la ambiciosa apuesta de un grupo de escritores decididos a divertirse y, por encima de todo, divertirnos hasta llegar a la pura y liberadora carcajada: "Narrar es ofender. Explicar es amar a los demás." Pues eso.

LITERATURAS.COM

ALBERTO OLMOS:


Pocas veces la mesa de novedades editoriales depara sorpresas tan contundentes y adictivas como la que supone la literatura de Manuel Vilas (Barbastro, 1962).

Su literatura de una españolidad medular, al punto de que recuerda más a una película de Berlanga o de Almodóvar que a una de David Lynch o Jim Jarmusch.

En Aire nuestro, su última novela, continúa el carnaval iniciado en libros anteriores: una fiesta de personajes, sobre todo; muchos de ellos reales, vivos o muertos, a los que Vilas rinde el tributo del mitómano. Son historias rápidas y provocadoras, muy atentas a la actualidad de hace cinco minutos y con un sesgo social (es decir: de cierta denuncia) que se solventa siempre con humor negro.

Aire nuestro, aparte del título definitivo de buena parte de la obra del poeta Jorge Guillén (el autor ya usó este epígrafe en uno de los poemas de Calor), es el nombre de un canal de televisión (ANTV en sus siglas). Este marco tecnológico sirve al autor para justificar su personalísima concepción de la novela, que huye del planteamiento-nudo-desenlace como de la peste y que, ahora más que nunca, admite limpiamente la comparación con el zapping, el puzzle, la fragmentación y hasta la desintegración. Johnny Cash, Juan Carlos I, Juan Carlos III (!), el Che, el propio Manuel Vilas, Superman y algunos desgraciados de la provincia de Zaragoza muestran sus miserias (sexuales, laborales, filosóficas) bajo la atenta mirada del autor, que procura meter el dedo en llaga con notas a pie de página tan fríamente informativas como falsas.

Gusta Vilas, y es de lo más llamativo y cachondo que hay en sus libros, de la ucronía, la utopía, la distopia, el (o la, que no sé) fan fiction y la errata cultural (premeditada), todo lo cual cuaja en una visión de la cultura contemporánea que refleja como pocas el lastre referencial que llevamos muchos en la cabeza. Somos una caña que piensa... tonterías.

La pasión por la literatura española, muy especialmente la de la generación del 27, conecta la narrativa de Vilas con otro escritor estupendo: Antonio Orejudo. Ambos parten de esa tradición escolar y la llevan a lo grotesco, aunque en el caso de Manuel Vilas lo grotesco está situado en un centro comercial donde suena The velvet underground.

Aire nuestro confirma el logro de su autor en libros anteriores: que la postmodernidad no suceda siempre en Estados Unidos, que no haya que hacer ascos a los propios iconos culturales y que también se pueda romper con una tradición si el autor la hace suya.

Lo suyo es lo nuestro, admirablemente

MANUEL RICO:

Creo que Aire Nuestro es una buena obra narrativa, Pero a mi juicio es una obra narrativa valiosa en la medida en que baja de las galaxias y conecta, sobre una base compuesta de personajes reales (algunos inventados) que proceden tanto de la cultura "culta" como de la cultura popular, con nuestra geografía sentimental, con nuestra memoria personal y colectiva.

Su estructura televisiva es importante. Pero sin la programación por la que opta, apegada a nuestro universo de emociones y de experiencias, se quedaría subida a la galaxia. Una aportación al debate tan imprescindible como esquivado.

(parte de las reflexiones que Manuel Rico ha escrito sobre la frase de Vilas: "Hay escritores que combaten en la guerra civil española y escritores que combaten en la guerra de las galaxias").


AFTERPOST


ROSA BENÉITEZ:


El “Aire Nuestro” de Vilas ya es de todos.

Todos los suplementos culturales o secciones periodísticas -dedicadas a la homónima parcela- reseñan o mencionan estos días el último libro de Manuel Vilas. Lo elogian por su carácter renovador, su ingenio estructural y el atractivo de su prosa. Todo esto es cierto, aunque una vez más hemos tenido que esperar a que el autor publicara en una gran editorial para que la crítica se refiriera a ello. Estas características ya estaban en Zeta, Magia y España (“dopplegänger” de Aire Nuestro), y además pueden ser igualmente aplicadas a sus poemarios, pero parece que es el sello editorial el que nos abre los ojos -y otros sentidos- al buen gusto literario (algún lector avispado no renunciará a pensar que la palabra DVD aparece en más de cuatro ocasiones de manera poco casual…) De hecho en Aire Nuestro los temas son los mismos: el problema de la identidad, la tradición literaria nacional, las interferencias culturales, la economía y la política globalizada, la ciudad, etc.

Y esto último, siempre que no tengamos en cuenta las palabras que el narrador de «carta al hijo» le dedica al escritor de Aire Nuestro, ya que según éste, escribir sobre uno mismo conduce a que el individuo se convierta en algo parecido al célebre personaje de Italo Calvino: un conde demediado.

Quizá por eso Vilas aparece en su última novela partido en dos: mitad Vilas, mitad Manuela, César o Vilas senior,/ mitad Manuel, mitad Lomas,/ mitad Vilas, mitad Tony, incluso a lo polaco devenido a yanki: como Bobby Wilaz. Es decir, ofreciéndole a la fragmentación del yo algo de su propia medicina.

De este modo nos encontramos con una de las claves de la escritura de este autor: la inversión, el apelar a la otra cara de los acontecimientos, la imaginación que trabaja a partir de una postura radicalmente irónica. El recurso temático a ciertos hechos o prácticas propios de la cultura contemporánea no supone aquí la asunción y celebración del status quo, sino todo lo contrario, un crítica perversa (en el mejor sentido de la palabra) a lo establecido y al orden impuesto. Parece que Manuel Vilas ha sabido quedarse con la mejor parte del pop y algunas Vanguardias.

Su trabajo disecciona de una manera extraordinaria la particular idiosincrasia española, este Aire Nuestro, así como todas las contradicciones inherentes y presentes en la propia idea de que exista algo así como Una identidad nacional.

Ahora bien, todos los personajes de Aire Nuestro sí que poseen un sustrato común, una espacio comunitario, un mismo deseo: todos son producto de la era postindustrial. Y da igual que aparezcan situados en los años 70´ (década clave en esta novela), en el 2008, con la Expo de Zaragoza, o en el 2398 y a punto de expirar sus últimas voluntades; todos ansían la revolución. La revolución en todas sus direcciones posibles: política, social, cultural o sexual, cambio y a lo grande, eso es lo que importa.

Y claro, surge así uno de los nódulos centrales de la televisiva red de Aire Nuestro: Elvis Presley. Elvis es el cuerpo contenedor de esas post-células norteamericanas destinadas a fagocitar todos los antígenos que encuentran a su paso. Por eso Vilas, consciente de ello, vuelve a aclarar en las notas al pie de la novela, y “para las traducciones de Aire Nuestro”, algunas de las particularidades culturales que harían imposible que un norteamericano comprendiese este libro, porque ellos, a diferencia del resto del orbe, sólo exportan y cuando recorren el camino inverso, se las ingenian para que cualquier cosa acabe teniendo “su propio aire”.

De ahí que resulte curioso que Manuel Vilas, igual que muchos otros, haya aprendido esta lección de los propios norteamericanos (Foster Wallace con sus extraordinarias notas al pie o Franzen y el humor ácido podrían ser algunos de los referentes). Y es que a veces olvidamos que es de ahí de donde surgieron las mayores críticas hacia esta cultura globalizad(or)a.

En definitiva, de lo que se trata es de deshacerse de “los padres de esto” como dicen los protagonistas de la serie «2. Historia de Nuela», Ana Manuela Carenina y su innominable pareja amatoria, que se encargan de matar, entre otros, a un tal Lajusticia; sembrar el caos para demostrar la ausencia de un orden primordial y contar otra historia. Precisamente, el volver a presentar los hechos, los de la historia, la tradición y la vida española, es uno de los leitmotiv de la literatura de Vilas, que lejos de pretender con ello escapar a la realidad, la abraza con interés y ansias de conocimientO.


ROMÁN PIÑA:


EN VENA


(EL MEDIO ES EL MENSAJE)

De la importancia del medio trata también la última novela de Manuel Vilas, el aragonés que ha dado el gran campanazo con “Aire nuestro”, el primer libro que funciona como una televisión y sin el engorro de los enchufes ni del mando a distancia.

Vilas ha puesto en nuestras manos el artefacto literario más divertido y original de los últimos 100 años.

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN


ROBERTO MIRANDA:


El poeta Manuel Vilas utiliza registros literarios desconcertantes "para decir las cosas como son". Pero el autor de Aire nuestro, afirma, que estas últimas obras incorporan el tono cervantino de "participar de la realidad", de "disfrutar y fundirse con lo que existe, porque es lo que hay, frente al nihilismo".


RISAS, CELEBRACIÓN Y DENUNCIA


SANTOS SANZ VOLLANUEVA:


“Aire Nuestro TV”, la ”multicadena de televisión hiperrealista” donde piensan que el estadio humano definitivo será “una infinidad de canales emitiendo al mismo tiempo, una fiesta de la realidad interminable”

La intención desmitificadora llama la atención sobre sí misma. También producen ese efecto las libertades transgresoras de convencionalismos narrativos: mezcla de realismo, fantaseamientos y elementos oníricos y visionarios, incorporación de fotos e ilustraciones o diálogos del texto con notas a pie de página.

El derroche de perspicacia y humorismo –de inteligencia, en suma- convierte tan abundante y sugestiva materia en peligrosa trampa. Puede quedar el lector maniatado en la red del puro disfrute sin caer en la cuenta de que es un sutil ardid para no hacer obvio el revulsivo fondo: Vilas solapa un auténtico vitalismo hedonista con una negra e inquietante visión de la vida. Un aire celebratorio, con alguna ráfaga de elegía y ternura, recorre esta excelente y rupturista novela, pero otra cosa se impone al final: cualquiera de las once cadenas, y no una de las dos que cantaba machadianamente Sabina, habrá de helarnos el corazón.


DIVERTINAJES:


EL PRADO ELÉCTRICO

MAS QUE AL AIRE QUE RESPIRO (COPLA)

No lo he leído una vez, ni dos, si no tres. Y las tres me ha dejado noqueado y estupefacto, y telecolgado, y con ganas de aplaudir a su autor lo que hago desde ya, el poeta Manuel Vilas, que me ha procurado horas y horas de divertimento diatópico-catódico con su libro Aire nuestro (Alfaguara), una obra inclasificable, portentosa, de obligada lectura para cualquier lector con ganas de experimentar el placer de la verdadera literatura servida con diferentes aromas a cual más excitante, y que viene provista de un mando retórico que te permite zapear por el irreal universo de una cadena de televisión que ofrece once canales con formatos a cual más delirante y sin embargo anclados en la realidad más absoluta y absurda de nuestro país. Aleatorias aventuras vividas por personajes conocidos pertenecientes a todos los estamentos de la vida pública que se imbrican los unos con los otros en el tiempo y el espacio, el más acá y el más allá, servidos todos con un humor inteligente, de tintes buñuelistas, y una prosa que quebranta y fuerza la palabra asumiendo riesgos que sólo un gran creador puede ser capaz de asumir, realizar, y salir airoso del empeño.

Hasta once canales, y para todos los gustos y colores, pasados, eso sí, por el tamiz de la inteligencia y el buen hacer, la pirueta y el volatín intelectual, la metáfora sutil, el hallazgo impensado, de este desbocado, y a veces delirante, renovador de nuestras letras, que es Manuel Vilas, que no se queda en la superficie de las cosas, ni en el chiste fácil, ni en la perogrullada, sino que va al centro mismo del asunto y logra conmovernos con lo que cuenta por muy irracional o surrealista que parezca. Es el gran mérito de este gran poeta y renovador escritor, dueño de un territorio que posiblemente sólo él sea capaz de cartografiar con un diseño inimitable pleno de calidad literaria a pesar de la accidentada orografía por la que se atreve a transitar.

Ruego encarecidamente, pues, que os hagáis socios inmediatamente de esta plataforma televisiva dónde podréis encontrar todos los contenidos posibles. Servidos con la inteligencia que ninguna otra cadena podrá ofreceros. Un aire auténticamente nuestro, nuevo y vivificante, servido en HD y libre de publicidad. ¿Quién se resiste?

EL COLLAR DE PERLAS


RAFAEL REIG:


¿Se puede escribir una novela sin argumento ni personajes, sin ninguno de los mimbres con los que manda la tradición que se armen estos cestos? Demostrado: sí se puede. Al menos quien cuente con el indiscutible talento de Manuel Vilas. Siguiente pregunta: ¿vale la pena? Depende de lo que cada uno le reclame a una novela: para responder hay que pararse a pensar por qué leemos. Aunque sólo fuera por provocar esa reflexión, ya hay que agradecer Aire Nuestro.

Decía Flaubert que las perlas, por muy valiosas que sean, no forman un collar sin el hilo que las ensarta. Vilas nos ofrece una colección de piedras preciosas, pero metidas en su cesta de pescador de perlas.

Base de datos emocional. La historia de nuestra especie (también) es la del esfuerzo por almacenar y transmitir información.

A nadie se le ocurre expresar un sentimiento en una ecuación, una melodía en una fórmula química o la cuenta de resultados de la empresa en una partitura. Ahora bien, puesto que desde Altamira nos intercambiamos historias, ¿cuál es la información específica que transmite una narración?

Creo que son las emociones humanas, porque (como han estudiado algunos antropólogos) la emoción tiene una estructura narrativa. Para entender (y explicar a otros) nuestra ira, nuestro rencor o nuestra ambición, siempre acabamos contando una historia.

Sobra imaginación. Envidioso como soy, me fastidia decirlo, pero a Manuel Vilas (no le conozco, vaya por delante) le sobra talento, imaginación y capacidad narrativa. Sin embargo, creo que se ha propuesto esta vez dar una puntada (literaria) sin hilo (narrativo). Y lo ha conseguido, aunque nos lleve a preguntarnos qué esperamos de una novela (o precisamente por eso).

Ya sé que la propia identidad es apenas una conjetura. Vale, pero me resisto a la analogía mecánica: para expresar que la vida es aburrida, ¿valdrá la pena escribir una novela aburrida? Para contar una existencia vacía, ¿habrá que escribir algo vacío? Para mostrar que la realidad no tiene sentido ni hilo que la sujete, ¿no hay más remedio que prescindir del argumento y los personajes? A mí me parece tan desproporcionado como casarse sólo por no discutir, suicidarse para demostrar que uno lleva razón o negarse a comer, para que se joda el sargento.




19 de enero de 2010

AIRE NUESTRO” de MANUEL VILAS:


Premio Cálamo “Libro del año 2009”, elegido por votación de los lectores y amigos de Cálamo, se concede a la novela publicada por la Editorial Alfaguara.

Arriesga
da, original y provocadora: así es la escritura de Manuel Vilas. Su brillante ironía, y la sabia (y sabrosa) mixtura de cultura popular y erudita que impregnan sus textos, no dejan al lector ni frío ni indiferente.

Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) está empeñado en construir una obra literaria sólida y personal como narrador y poeta. En 2008 ya nos regaló una extraordinaria novela, España, y un gran libro de poemas, Calor. Aire Nuestro lo confirma como un escritor excepcional, diferente, y dotado de algo insólito por estos pagos: un finísimo sentido del humor.

Doberka

Qué queréis que os diga: mañana viernes, día 19 de febrero a partir de las 19.00h. Manuel Vilas leerá en la librería Cálamo parte de su obra y un poco más tarde se efectuará la entrega del “Premio Cálamo al mejor libro del año 2009”.

Y después de colgar aquí algunos de éstos maravillosos fragmentos, de una pequeña parte, de lo que se ha escrito y opinado sobre su obra “Aire Nuestro”, no sé qué decir. Quizá más adelante se me ocurra algo original, que no se haya dicho o escrito. Porque todo cuanto diga me sabe a poco… o quizá esté buscando cómo expresar lo que en realidad quisiera decir . En cuanto lo tenga lo sabréis... o no. Eso sí, reitero a Manuel Vilas mi ¡¡¡¡¡¡ENHORABUENA!!!!!!

Me encanta cómo nos ama Manuel. Me encanta su corazón. Esto es lo primero que me vino a la cabeza después de leer “Aire Nuestro”.

Conocer a Manuel…, al ser humano y, por supuesto, a su literatura, es un lujo.


3 de noviembre del 2010

ENTREVISTA EN "EL COLOQUIO DE LOS PERROS" POR DIEGO SÁNCHEZ AGUILAR


MANUEL VILAS
Aire nuestro
La honestidad del delirio

Diego Sánchez Aguilar

Manuel Vilas ha escrito su mejor obra narrativa y, de paso, la mejor novela española en lo que llevamos de siglo XXI. Sí, son afirmaciones entusiastas e irreflexivas, contagiadas por esa enorme celebración narrativa que es Aire nuestro. Vilas ha conseguido un equilibrio magistral entre una tensión poética que otorga verosimilitud a las situaciones más impensables, una honestidad política que borrará la sonrisa de los más escépticos e irónicos posmodernos, y un infinito e inagotable placer por contar historias. La última novela de Vilas se sitúa fuera del tiempo y el espacio para llenar un mundo alucinante de personajes trágicos y hermosos que se mueven por el amor, la música de Elvis y de Johnny Cash, la frustración social y política. El Capital siempre vence, pero novelas como esta nos hacen reconciliarnos con la vida, nos hacen creer un poco en una revolución más allá, pero también más acá, del comunismo histórico. La Historia ha muerto. Viva El Tiempo Sin Límites, viva Aire nuestro.

Manuel Vilas © Daniel Mordzinski—EL COLOQUIO DE LOS PERROS: Aire nuestro plantea el material narrativo como una televisión atemporal y delirante o, citando literalmente el texto-marco que inicia la novela, «es la televisión del futuro que no habla del presente ni del pasado, sino del único tiempo posible: El Tiempo Sin Límites». En esta concepción fragmentaria de la novela (que ya mostró en España) se advierte una ruptura radical con el concepto unitario de novela hasta el punto que es difícil distinguir sus novelas de colecciones de relatos breves engarzados por un marco al más puro estilo medieval del Decamerón. ¿Cree usted que la novela unitaria, con una historia y unos personajes presentes en toda la narración ha muerto definitivamente influida por el zapping, el delirio infinito de la simultaneidad de internet, o la técnica de Aire nuestro tiene más que ver con la colección de relatos con marco?

—MANUEL VILAS: No me preocupa mucho la adscripción genérica de lo que escribo. En realidad, todo es más emocional. El formato es secundario. Todo está sometido a la euforia de narrar. Aire nuestro, en ese sentido, tiene ingredientes de novela coral. Sería como una colmena posmoderna, o algo así. No, no creo que la novela unitaria haya muerto ni mucho menos; da dinero y fama. A lo mejor el protagonista transversal de Aire Nuestro es la ideología y el lenguaje.

—ECP: Hay algo que me parece excepcional en Aire nuestro: la incorporación de lo lírico en lo narrativo. No un lirismo descriptivo, sino puramente estructural, pues muchos de los relatos que componen la novela se sostienen más por una indefinible tensión poética que por una elaboración argumental como la del cuento “canónico” de la estirpe de Poe-Cortázar-Borges. ¿Sufre una contaminación de su labor poética a la hora de pasar a lo narrativo?

—MV: Estoy de acuerdo en lo que dice de la incorporación de lo lírico a lo narrativo. Pero, sin embargo, creo que mi narrativa es muy independiente de mi poesía. La poesía exige una formalización muy severa. Mi narrativa crea su propio sentido de lo argumental, y de lo verosímil. Eso lo dijo Fogwill a propósito de mi novela España. Crear mi propio sentido de la verosimilitud literaria, eso es lo que hago. El mundo real es un delirio. No tiene sentido esclavizarnos a ninguna preceptiva. El postcapitalismo es más libertario en sus formatos que la imaginación de la literatura.

—ECP: Permíteme una breve comparación con la novela fragmentaria por excelencia de nuestra narrativa: La colmena. En la obra de Cela el fragmentarismo hacía que el argumento y los personajes pasaran a un segundo plano para destacar otros dos elementos narrativos: el espacio (la ciudad de Madrid) y el tiempo (los años 40) desde una perspectiva de realismo social. En cambio, Aire nuestro no solo prescinde del personaje (el “yo”) y de la trama unitaria, sino que también renuncia al tiempo histórico en favor de ese «Tiempo sin límites» y al espacio, pues encontramos localizaciones fantásticas como el Purgatorio y reales como Nueva York o Zaragoza. ¿Podría decirse que renuncia también a la “realidad”? ¿Podría calificarse Aire nuestro como una novela de “irrealismo social”? ¿Cómo interpreta usted este nuevo y más radical fragmentarismo?

"Aire nuestro" de Manuel Vilas—MV: Me gusta esa acuñación de “irrealismo social”. Digamos que tengo problemas con la Realidad y con la Historia. Aire nuestro es también un tratado de epistemología. Trato de decirle al lector que desautomatice su percepción de la realidad, que es una percepción de orden pequeño-burgués arbitraria y convencional. Le propongo la odisea de la libertad de tiempo, espacio y emociones. Los personajes de la novela acaban siendo, en este sentido, unos terroristas de la percepción burguesa de la realidad. El fragmentarismo es mi forma de ver el mundo. Aspiro a una mirada libre, pero es solo una aspiración. Puede que el fragmentarismo tenga que ver con la música Pop: canciones de tres minutos.

—ECP: En la “Carta al hijo” pueden leerse estas palabras: «Recuérdales que eres un revolucionario y que eres comunista y que vas a matarlos a todos». Comentado este capítulo con unos amigos, estábamos todos de acuerdo en que se trata del momento cumbre de la novela, pero había discrepancias en la interpretación de ese mensaje. Uno de mis amigos dice que estuvo riendo un buen rato cuando llegó a tan radical declaración; el otro, en cambio, no advirtió humor alguno. Sáquenos de dudas, ¿debemos ir desempolvando las guillotinas o hemos de echarnos a reír?

—MV: Sí, ese pasaje que cita es un momento cumbre de la novela. Es la toma de conciencia de la alienación del capitalismo. Es un pasaje complejo. Cada lector debe leerlo como quiera. Es un pasaje sobre la conciencia de clase. El capitalismo ha elaborado estrategias muy complejas para hacernos creer que la lucha de clases ya no es operativa. Mi padre fue un asalariado, y eso no lo puedo olvidar. Quiero tener una vida que exceda a mi vida laboral. La alienación de los seres humanos en oscuras vidas laborales sigue estando ahí, delante de nuestros ojos. El enemigo de los trabajadores, hoy en día, son sus propios compañeros, los otros trabajadores. El mobbing es la prueba. Mucha gente preferiría ser azotada secretamente a padecer mobbing público. También existe el mobbing literario.

—ECP: Por seguir con el tema político, aparecen multitud de grupos terroristas o revolucionarios en Aire nuestro, pero todos ellos tocados por una inverosimilitud cargada de humor, por citar solo algunos: la llegada de un comunismo panamericano con Neruda, el Movimiento Obrero Norteamericano, el Nuevo Ejército de Liberación de los Trabajadores, el Nuevo Vaginismo… ¿Qué función cumplen estos grupos en el mundo de ficción de Aire nuestro? ¿Cree usted en una revolución organizada para el mundo “real”?

—MV: Todos esos grupos revolucionarios persiguen una liberación imposible. Luchan contra la alienación con pistolas de plástico y con espadas de goma. Son niños ultrajados. Son espíritus humillados que se defienden esgrimiendo un armamento ridículo que aún extrema más su desesperación. Todos esos grupos revolucionarios que salen en la novela representan a la gente desesperada de este mundo de hoy: los grandes desesperados despedazados, así son.

—ECP: Creo que esta visión política se extiende por todos los rincones de Aire nuestro. Por ejemplo, incluso en ese purgatorio de poetas homosexuales, o en el de directores de cine, ¿lo político está presente como clasismo cultural, y el canon cultural actúa como reflejo de diferencia de clases sociales? ¿Es la defensa de Sergio Leone una defensa política?

"España" de Manuel Vilas—MV: Sí, es como elegir a los Sex Pistols en vez de a Bach. Como elegir a Leone en vez de a Hitchcock. Leone es un director de cine extraordinario. Sí, defiendo a Leone contra quienes lo ignoran a la hora de establecer cánones cinematográficos biempensantes. Los westerns de Leone eran salvajes y dantescos. Leone es como Dante y Eliot juntos. El ocultamiento de Leone como uno de los grandes directores de la historia del cine es un ocultamiento político, sí. En la literatura pasa igual muchas veces. Ha pasado igual con Philip K. Dick, por ejemplo.

—ECP: Esta declaración del fantasma de Elvis a uno de esos estrafalarios terroristas que pueblan la novela me parece muy significativa: «No existe la desgracia personal, ni la melancolía personal, nada es biológico, todo es político. Mi soledad y mi afición a las cocacolas y al beicon y a la crema de cacahuetes eran pura política americana. Mis líos con las mujeres también eran un asunto político. Se enamoraban de un mito, no de mí. Pero es igual, daba igual, el caso es que estaba enamorado de la vida. Yo sabía que cuando cantaba la vida inundaba el corazón de la gente (…). La vida, sí, únicamente la vida. La gente nunca se entera de eso, de que es sólo vida y con eso ya es bastante». ¿Qué papel cobra ese concepto de “la vida” en la visión política de Aire nuestro?

—MV: La vida privada es una ilusión más que nos ofrece el capitalismo de alto nivel emocional; se trata de hacernos creer que elegimos algo. No elegimos nada. Todo es histórico y social. Nadie vive vida privada y nadie elige nada. Nuestra sexualidad es histórica, nuestra forma de vestir también. Nuestros coches son modelos históricos. Dentro de cien años nuestras vidas tendrán el mismo encaje histórico que las vidas de la gente que vivió en 1910. Nuestro horario laboral de 8 horas será patético. Seremos patéticos. Seremos víctimas de nuestra propia gravitación histórica. La Historia es el Terror.

—ECP: Otro tema que me parece muy interesante es la dualidad de terrorismo y amor que se puede encontrar en su obra. ¿Hay una ideología del amor que intente superar las ideologías más abstractas, racionales, alejadas de ese concepto gozoso de la vida que se desprende de casi todo lo que pasa en Aire nuestro?

—MV: El amor es lo único que puede ayudarnos. El amor es el sitio donde no hay alienación. El amor es lo humano absoluto. El amor es el país en donde yo quiero vivir. Pero acabas viviendo en la desesperación.

—ECP: Siguiendo con el amor: el amor de Cernuda venciendo su odio, el amor del Ché, todos esos finales orgiásticos. ¿Son unos finales también políticos?

—MV: La orgía es liberación de los sentidos y de la identidad. Al final de todos los capítulos de mi novela los personajes quieren hacer el amor. Buscan salir de la alienación. Quieren amarse desesperadamente, quieren salvarse. Vislumbran el amor como único lugar donde pueden ser de verdad. Son finales políticos por eso, porque el amor allí es una lucha contra la alienación histórica, cultural, económica, etc. Pero es un amor paródico. En realidad, no hay salida. Aire nuestro es una novela de terror porque el mundo es la casa del terror.

—ECP: En el congreso “ctrl.+alt+supr: reiniciando al monstruo” celebrado en noviembre de 2009 en La Casa Encedida de Madrid, usted defendió a ultranza Malditos bastardos, la última película de Tarantino, y sospecho que en esa defensa había un reflejo de su propia concepción de la ficción. ¿Puede explicar qué hay de Aire nuestro en Malditos bastardos o viceversa?

—MV: Tarantino dice que la Historia es ficción. Yo pienso igual. En el futuro, en el año, por ejemplo, de 765.987, podremos tener finales alternativos para el III Reich, o para la Guerra Civil Española. La Historia se agrietará. Algunos ya lo estamos imaginando. Ballard creía que solo existe el presente. Yo creo que el presente es una resurrección colectiva que está teniendo lugar en el futuro. Ah, y no me drogo.

La voz de Elvis mejoró el mundo—ECP: La alienación de los poderosos y de los ricos, la alienación de Juan Carlos pidiendo a Felipe un balazo, la vida acomodada en el capitalismo como una no-vida, como una ficción, tal y como se expresa, de forma tan clara y violenta, en el desenlace de “Peter Pan”. ¿Cómo ve usted esa alienación en nuestra vida, fuera del mundo de Aire nuestro?

—MV: Siempre pienso en Juan Carlos I teniendo que madrugar para ponerse un traje de capitán general y salir de maniobras en medio del invierno castellano, no me parece nada envidiable. La crisis económica actual es la toma de conciencia del capital sobre los avances emocionales y laborales de la clase media global. Es como si el presidente de los empresarios españoles percibiera que un profesor de universidad, un médico o un taxista, ya viven mejor que él. El capital se ha puesto nervioso ante el crecimiento de la inteligencia emocional de la clase media. Quieren devolvernos a la miseria material para que no filosofemos demasiado, para que regresemos a la precariedad, que es nuestro sitio histórico.

—ECP: ¿Puede explicar un poco estas palabras, que actúan en la novela como una justificación de la peculiar composición y estilo de la misma?: «Lo que yo creía maldad, resultó ser inteligencia crítica. Lo que yo creía insociabilidad resultó ser una rama dorada de la humildad. Lo que yo creía delirio resultó ser honestidad». ¿Cómo es la honestidad del delirio?

—MV: Ese fragmento resume la poética de la novela. Maldad, insociabilidad y delirio son los rasgos que podrían asociarse a la filosofía de mi manera de narrar. Es una poética compleja, muy compleja. Yo creo que la literatura tal y como la entendieron Joyce y Kafka y Borges, por citar tres nombres, está siendo atacada por muchos frentes. La literatura también es marginación social y cultural.

—ECP: Hay una presencia constante en sus novelas, al menos en España y en Aire nuestro, de poetas españoles, especialmente de los del 27. Incluso cuando no trata directamente de ellos, puede que, por poner un ejemplo, un empleado del matadero se llame Cernuda. ¿Qué relación mantiene con estos poetas? ¿Se trata de un homenaje sincero, de un deseo de mantener viva su memoria que parece que se va acartonando, o hay algo de ironía en esa utilización extraña (por ejemplo, el burdel llamado La Generación del 27) de sus nombres?

—MV: La historia de la literatura española comienza a disolverse, y la Generación del 27 representa un momento de esplendor de esa Historia que nos dice adiós. Es un homenaje sincero, pero a mi manera. Cuando yo me formé como lector aún existía la literatura española. Pero no me gusta moralizar sobre eso. Me da igual. Tengo cosas más importantes en que pensar. Por ejemplo, le diré una cosa que sí me preocupa de verdad: yo no puedo profesionalizarme como escritor en España. No me llegaría ni para pagar los recibos de la luz. Literatura y pobreza, eso sí me preocupa. Joyce fue pobre, por cierto. Nadie quiere ser pobre. ¿De qué vive un escritor español que se tome la literatura en serio y con riesgo? Dependerá de sus habilidades sociales. Literatura y precariedad, ese es el tema. Tienes que buscarte un trabajo. Anda, ve y búscate un trabajo, eso es todo. Escribe por las putas noches, hasta que revientes. Entonces, te buscas un trabajo, y la cosa mejora. Nos ponemos muy serios al hablar de literatura, y es una seriedad que está llena de hipocresía. Sin embargo, un país que no tenga literatura no tiene nada.

—ECP: La música popular, especialmente la norteamericana, con Johnny Cash, Lou Reed, Bob Dylan o Elvis, también está muy presente en Aire nuestro. De hecho, adquiere unas dimensiones casi sagradas y se diría que es la fuerza más poderosa a la que se ven sometidos los personajes, el detonante emocional de muchas historias. ¿Qué lugar ocupa la música en su vida y con qué intención la trasvasa a sus ficciones?

—MV: La música pop es mi cultura. Me ayuda a vivir. Sí, para mí esa música es sagrada. Es energía en estado puro. Es sangre y viento. Tengo una relación apasionada con esa música. La voz de Elvis mejoró el mundo. Celebro esa mejora del mundo. En Aire nuestro la voz de Elvis serena el mundo y lucha contra el Mal. La voz de Elvis enaltece la vida. La vida es buena entonces, porque solo sirve a la vida.

—ECP: Para terminar, la obligada pregunta de influencias y recomendaciones. ¿Hay alguna novela que haya inspirado de alguna manera este Aire nuestro? ¿Podría recomendar a nuestro lectores algunas obras que le hayan interesado últimamente y que tal vez nosotros no conozcamos?

—MV: No, no hay ninguna novela que haya inspirado Aire nuestro de manera directa o clara. Pero sí quise parodiar en el título a la poesía de Jorge Guillén, quien tituló Aire nuestro a su poesía completa como una forma de celebración de la vida. Mi novela retoma ese sentido de la festividad y de la celebración guilleniana. Leo con gusto a muchos narradores españoles actuales de todas las tendencias. De hecho, reivindico la narrativa española de riesgo. Porque en España se lee poca narrativa española.