La
primera vez que oí hablar de derechas e izquierdas tenía 14 años.
Aquel día de clase primaveral no era uno más, aunque yo no lo
sabía. Don Miguel Ángel, el director del colegio, con aire de
solemnidad y fumando como de costumbre esperó hasta que estuvimos
todos sentados y en absoluto silencio para presentarnos a una joven
profesora de pelo castaño muy largo y muy fino que nos daría unas
clases sobre política, según dijo. Al parecer no contaban con que
se muriera Franco y nuestros libros del último curso no contenía
nada al respecto. Se puso hablar sobre democracia y a los veinte
minutos aproximadamente se calló y, por nuestra cara, debió
adivinar que la clase no iba bien. La mayoría de los que allí
estábamos, casi cuarenta alumnos, no teníamos ni idea de lo que
estaba intentando explicar. De pronto nos animó a que preguntásemos
y, casi al final de aquella primera clase, levanté tímidamente la
mano y le dije que lo de derechas e izquierdas no lo entendía. Hizo
una linea en la pizarra marcó tres puntos y explicó que el punto
del medio era el centro y los puntos de los extremos eran la
izquierda y la derecha. Me quedé como estaba, pero hice otra
pregunta: ¿cómo saber a qué punto se pertenece? Y ella hizo una
serie de preguntas: ¿vuestros padres cobran un sueldo? Sí,
contestaron todos al unisono ¿Sois millonarios o algo así? Noooo.
Entonces…, sois de izquierdas, sentenció. Sonó el timbre y
cambiamos de clase. Aquella tarde no dejé de pensar en ello y a la
hora de la cena pregunté a mis padres si eramos de izquierdas como
decretó la joven profesora. Mi madre dijo que tendría que buscar un
empleo cuando acabara el curso y que esa era la única política que
tenía que preocuparme. Mi padre se quedó callado, serio y
pensativo, hacía pocos meses que Franco había muerto y todo andaba
muy confuso en España y, además, recordé que nunca se hablaba de
política en mi casa, y cuando ya no esperaba una respuesta sobre el
asunto, dijo: “nosotros no somos, sólo estamos, y soportamos a los
que dicen que son”. Jamás comprendí esas palabras, pero ahora,
más que nunca, empiezo a entenderlas.
Aquel día por primera vez me encasillaron por el continente y no por
el contenido y sería el último, porque hasta el día de hoy sólo
asumo la etiqueta que la
naturaleza me otorga:
“niña,
hija,
joven,
mujer,
madre,
abuela,
vieja...”,
todo lo
demás cambia
en éste mundo, pero eso…, no.
Y
por esa razón “Un Mundo que Cambia”,
la última publicación de Cesar Vidal y que recomiendo, me
reconforta y amplía mi conocimiento sobre el paisaje político y,
como él dice, “el
paisanaje”. Y desde luego, la lucidez con la que
expresa e informa sobre cómo nacieron las derechas e izquierdas me
parece bastante más clara y verdadera que la de aquel día de
primavera de 1976. Tal división, nos dice Don César Vidal ”Surge
durante la Revolución francesa y que deriva del hecho en que, en un
momento determinado, los representantes de la Asamblea Nacional, que
luego se convertirá en Convención Nacional, se sientan a un lado u
otro del presidente de la asamblea. En
el lado de la derecha se sentaban los más moderados (girondinos) por
lo que se fue asociando con posiciones más conservadoras, incluso,
retrógradas, mientras que los representantes del pueblo más
extremistas, incluso, revolucionarios (jacobinos) se sentaban en el
lado de la izquierda. Fue totalmente accidental, si se hubieran
sentado al contrario, hoy la derecha sería la izquierda y
viceversa.”.
Tienen
mis ojos el honor de haber leído siete de los veintiún capítulos
de Un Mundo Que Cambia y quiero compartir con vosotros todas mis
impresiones y algunos párrafos del libro comenzando por el Prólogo
que me ha parecido muy interesante como podréis comprobar:
“El
26 de diciembre de 1991, tuvo lugar un hecho de extraordinaria
importancia en la Historia universal. Se trató de la disolución de
la Unión Soviética”
“A
pesar de la red de campos de concentración, de la ausencia de
libertades, de la injusticia de una clase dominante de funcionarios
del partido y del atraso comparativo en términos económicos, nadie
esperaba la desaparición de la dictadura soviética y ese nadie
incluía de manera especial a la izquierda mundial tanto socialistas
como comunista”
“No
puede sorprender que Francis Fukuyama se lanzara a anunciar el
fin de la Historia, un final que además implicaba la consagración,
a la vez, del sistema capitalista y de la democracia”
“Sin
embargo, es que, como quien escribe estas líneas advirtió en
aquellos momentos, no hubo fin de la Historia. No lo hubo porque la
Historia nunca concluye sino que siempre sigue”
“Pretender
comprender el presente con los paradigmas de la Guerra Fría —
incluso en buena medida con los de izquierdas y derechas —constituye
una equivocación gravísima de consecuencias más que perjudiciales”
“En
la primera parte de la presente
obra, contemplaremos un análisis de la democracia como un régimen
reciente y no pocas veces concluido con fracaso y también nos
detendremos en los peligros que ahora amenazan su supervivencia.
La
segunda parte está dedicada a
la agenda globalista como verdadera amenaza que pretende acabar con
la soberanía nacional, las competencias de los estados y el propio
sistema democrático.
La
tercera parte, finalmente, traza un panorama mundial de
cómo ya se perciben reacciones frente a esa agenda globalista aunque
no todas ellas conducen a un futuro de libertad y, ciertamente,
el
género humano corre un riesgo cierto y real de verse sometido a
sistemas totalitarios de distinto tipo”
“Vivimos
en una época decisiva de la Historia, entre
otras causas, porque están en juego no solo la expansión del
sistema democrático, sino su consolidación en buen número de
naciones e incluso su supervivencia
en otras como incluso los mismos Estados Unidos”
“Estados
Unidos es una tierra históricamente caracterizada por basarse
en la libertad y porque creo de manera rotunda en la definición que
de ella dio Lincoln como -la última esperanza de la tierra..
y por eso escribo
este libro”
“En
la medida en que Estados Unidos continúe siendo fiel a la
cosmovisión que sentó sus bases incluso antes de su fundación,
habrá una esperanza de libertad y prosperidad para el resto del
globo. Si, por el contrario, la batalla por la libertad se pierde en
suelo americano, el futuro del planeta será, ineludiblemente,
aciago”
Todo
un “aviso a navegantes” y un placer que no podemos perdernos y
que deseo que os interese leer en su totalidad tanto como a mí.
Un
abrazo.
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