jueves, 24 de septiembre de 2020

UN MUNDO QUE CAMBIA -15

 




Últimamente por las redes se leen historias de vidas sesgadas por las flores de la vergüenza y el horror. Todos tenemos en nuestra familia alguna de esas historias dentro del cajón de la memoria de nuestros padres, tíos o abuelos. Las escuchamos, cuando la ocasión se tercia, con curiosidad..., conmovidos y, finalmente, con espanto y con tristeza. Por eso, una vez oídas sus palabras, todos queremos olvidarlas deseando que esas vivencias de muertes, miserias y hambres no vuelvan de una forma u otra. Sí, me refiero a las historias de nuestra civil guerra. Una contienda donde el enemigo ha nacido en tu propio país y al que matas en el frente, aunque pueda ser de tu misma sangre. Dicen que las guerras comienzan cuando los políticos fracasan y ciertos interese ¡cobardes! en la sombra crean el escenario para que ello ocurra. Las masas siguen a un bando o al otro según las “ideas políticas” que comparten o creen compartir. La masacre está asegurada para ambos bandos y para las vidas inocentes que caen bajo las armas y las manos de cualquiera de ellos. Cuando todo acaba comienza la devastación de unos ojos que miran y no ven más allá de la ruina humana y el horizonte de los muertos. Después, la palabra reconstrucción es sinónimo de esclavitud, miseria, enfermedad y hambre para los más afortunados. Pero el bando ganador no ha terminado su misión, aún les queda confinar en las cárceles a los enemigos perdedores. Torturar y/o matar según las órdenes recibidas de sus superiores y, para que la paz resista en el tiempo, seguir los pasos del disidente. La mayoría de las veces delatados por sus propios familiares, amigos o vecinos. Que es la traición que más duele. ¿Puede haber algo peor que una guerra civil? Sí. Saber que si hubiera ganado el bando que perdió hubiera actuado exactamente igual con el bando que ganó... después de la devastación. Porque si no la guerra no sería guerra. Y que después de cuarenta u ochenta años haya quien quiera utilizar el recuerdo de ese dolor y la pérdida para reavivar rencores en vez de procurar no tropezar en el mismo escalón u otro parecido. Cosa muy distinta y loable es dar sepultura a un familiar fuera del bando que fuera. Se me olvidaba: también las guerras han sido, y son, uno de los instrumentos más antiguos para reducir la población mundial. Ahora existen otros instrumentos para aniquilar a los seres humanos, aunque la palabra “guerra” guarde silencio. De ello habla el capítulo 13 de UN MUNDO QUE CAMBIA de César Vidal, aquí os dejo unos párrafos del mismo:


El club de Roma carecía dela menor legitimidad democrática. Nadie había procedido a su elección. Nadie le había encomendado esta tarea de acuerdo a un procedimiento democrático. Nadie garantizaba tampoco su solvencia científica. Sin embargo, el texto se convertiría en un claro referente a finales del año de su publicación gracias a la Declaración de Estocolmo, un acuerdo nacido tras la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en junio de 1972. Veinte años después, se publicó Más allá de los límites del crecimiento, donde se afirmaba que la humanidad ya había superado la capacidad de carga del planeta para sostener su población. Las actualizaciones del informe abundarían en las mismas tesis. Especialmente, en el texto de 2012 se asumiría la tesis de que la situación es desesperada y de que la única manera de enfrentarse con el calentamiento global y con una supuesta escasez de recursos sería una economía planificada internacionalmente y una reducción drástica de la población”


En el curso de la Antigüedad clásica, de manera bien significativa, el juramento hipocrático, pronunciado por los médicos, obligaba a estos por Apolo, Asclepio, Higueia y Panacea a no provocar abortos. Por supuesto, había abortos y, sobre todo, se daba el abandono de niños nacidos (niños que, no pocas veces, eran recogidos por traficantes y eran convertidos en esclavos) como algo normal”


Sin embargo, fue precisamente el cristianismo la fuerza que cambiaría de manera radical esa conducta. Al defender la vida como un don de Dios y al ofrecer un abrazo compasivo a los más débiles, el cristianismo excluyó el aborto de la conductas socialmente aceptables llegando incluso a penarla”

En 1861, el Parlamento inglés ratificó la ilegalización del aborto, pero a estas alturas, en los Estados Unidos, desde hacía décadas, los esfuerzos de distintos médicos pertenecientes a la American Medical Associatión habían impuesto una batería de normas legislativas que colocaron fuera de la ley la mayoría de los abortos. Esta visión contó con paralelos en otras naciones”

Fue precisamente durante los años cincuenta (la época en que empezaron a revertirse los terribles efectos de la Segunda Guerra Mundial) cuando se dieron los primeros pasos en favor de la legislación del aborto”

Con todo, fueron los años setenta, los mismos del informe del crecimiento, los que resultaron testigos de un extraordinario impulso proabortista”

La sentencia Roe v. Wade contó con una proyección extraordinaria porque emanaba de la nación más poderosa del globo. De acuerdo con su contenido, el aborto durante el primer trimestre no podía ser prohibido, el perpetrado durante el segundo podía ser regulado, pero no prohibido y el que tuviera lugar en el tercero podía ser prohibido, pero siempre que las limitaciones no afectaran la salud física o mental de la madre. A pesar de las disquisiciones, resultaba obvio que se había abierto la puerta a que el aborto fuera practicado sin restricciones como, efectivamente, sucedería. En los años siguientes, distintas naciones se fueron sumando a la legalización del aborto”

Pero, por encima de todo, la visión del aborto fue cambiando y pasó de considerarse como un mal menor (el argumento utilizado al inicio de su legalización) a predicarse como un derecho del que no puede privarse a las mujeres. En ese intento de legitimar el acabar con una vida ha llegado a afirmarse que antes de su nacimiento, el feto humano no es humano aunque sea un ser vivo. La falsedad de ese argumento queda de manifiesto cuando se piensa que no pocas clínicas abortistas como las dependientes de Planned Parenthood, venden después los restos del feto precisamente porque son humanos y, como tales, pueden ser utilizados para experimentos”

Durante este proceso de décadas, la pérdida de vidas humanas relacionadas con el aborto se ha contado por millones y millones superando en mortandad a los peores conflictos de la Historia del género humano”

En otras palabras, de manera legal, se había dado muerte a un número de seres humanos superior al de todos los que perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial incluidos los judíos que perecieron durante el Holocausto”

Este exterminio masivo se sigue practicando, por añadiduría, so capa de defender los derechos de la mujer. Esa es la razón principal por la que la agenda globalista pretende imponerlo en toda Hispanoamérica, África y Asia. A día de hoy, desde los procesos de legalización de los años setenta, el número de criaturas abortadas en todo el mundo supera los mil cuatrocientos millones, es decir, el equivalente a la población de China”

Reconozcámoslo. Desde el punto de vista de millones de personas, el aborto constituye un método ideal para quitarse problemas de encima… al coste, claro está, de una vida humana y de otros daños colaterales de no escasa envergadura. Ignoran que son simples marionetas de una agenda globalista decidida a reducir drásticamente la población mundial”

Algo similar sucede con la eutanasia para cuya legalización se movilizan cada vez más colectivos sociales. Si el antecedente de la legalización del aborto fue la legislación soviética de inicios de los años veinte, el de la eutanasia se encuentra directamente en el nacional-socialismo hitleriano”

La manipulación de determinados sentimientos lleva a las masas a aceptar atrocidades como las de legitimar el exterminio de sus semejante. Sin embargo, no todo debe atribuirse a la propaganda. Esta obtiene resultados porque las semillas se plantan en suelo ya abonado. Al respecto, el caso de la eutanasia no puede ser más claro”

En su seno, los ancianos (esas personas que cuando yo era niño se veían en todas las casas como seres sin los que no podía concebirse una familia) son considerados por muchos como otro incordio más. Una prueba de ello es que, a medida que las viviendas se han ido agrandando y mejorando y la gente que vivía en ellas disminuía, por ejemplo, por tener menos hijos, los ancianos, en vez de disfrutar de más espacio, se han ido viendo confinados a residencias. Naturalmente, eso es si han tenido suerte porque los más desafortunados se han visto abandonados (los casos son muy numerosos) en una gasolinera o en un hospital en época de vacaciones”

Causa terror pensar cuántos ancianos en España son sometidos ya a ese tratamiento en un proceso verdaderamente genocida nacido de la agenda globalista”

Para una sociedad que se siente molesta por los ancianos, la legalización de la eutanasia constituye una verdadera bendición. Liquidar a los mayores abre la puerta a disfrutar de las vacaciones sin apenas molestias, permite hacer más divertida la agenda familiar e incluso agiliza los plazos para cobrar la ansiada herencia. El problema (una vez más) es que todos esos beneficios que disfruten se obtienen, como en el caso del aborto, a costa de la muerte de inocentes”



Continuará...


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