lunes, 6 de julio de 2020

UN MUNDO QUE CAMBIA -7






Todos sentimos alguna vez poca disposición para salir de las sabanas cuando amanece y el día espera a que des el primer paso. Cuando era niña algunos días no encontraba sentido al hecho de levantarme para ir al colegio y mi madre siempre buscaba la manera de recordarme que iba para aprender a defenderme mejor en la vida a la hora de elegir un oficio, que leer, escribir y saber de cuentas me ayudaría bastante. Siempre conseguía animarme con su fantástica visión de lo que podría ser mi futuro laboral. A veces, la diferencia de opiniones sobre el asunto vencía mi pereza y el primer paso ya estaba en camino, aunque lo que me convencía de verdad era su tranquilidad y seguridad a la hora de hablar de mi futuro.
Me lamento mucho de no haber tenido ese tiempo para hablar con mis hijos cuando ellos tenían esos días que hasta las sabanas pesan. Cuando trabajas el reloj es tu enemigo más agobiante. El estrés y las prisas acompañan cada acto del día y no deja espacio para mucho más. La relación con tus hijos queda en frases cortas e imperativas y cuando encuentras una ocasión para hablar con ellos sobre su futuro ya no hay espacio para ilusionar a nadie y sólo queda esperar que acaben sus estudios hasta el final para optar a un futuro mejor o que busquen un empleo. Pero la realidad es una losa aplastante y, en contra del sentido común, algunos de los jóvenes que abandonaban los estudios y encontraron un puesto de trabajo estuvieron más acertados que los que consiguieron acabar sus carreras, porque la mayoría esperan juntos en la misma fila del desempleo. ¿Cómo animarán hoy día los padres a sus hijos? ¿Qué les dirán sobre su futuro? ¿Abrirán los ojos para ver la verdad cara a cara o sólo se dejaran llevar por las aguas del río en un barco que dirigen otros con el futuro de sus hijos como carga más relevante?
El último libro de César Vidal “Un Mundo que Cambia” acaba de salir a la venta en España y están trabajando para que no falten ejemplares en las librerías, porque ya está agotado. Mientras esperáis el vuestro, os dejo aquí algunos párrafos del capítulo 5 y deseo que encontréis en ellos, algunas respuestas a muchas de las preguntas que todos nos hacemos como padres y como personas pensantes:



Thomas Piketty es un firme partidario de las tesis que defienden un intervencionismo creciente del Estado” “Las tesis de Piketty encajan perfectamente con la izquierda, pero han encontrado también repercusión en fuerzas de derechas. En no escasa medida, son la consumación de toda una trayectoria histórica que comenzó con sus padres, y que continuó con el propio Piketty que enseñó en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (1993-1995)”

Piketty no ha tenido el menor éxito en cuanto a resultados de los políticos a los que ha asesorado, pero se ha convertido en un icono de la economía occidental. Basándose en la tesis de que la primera finalidad de la democracia ha de ser acabar con la desigualdad, Piketty sostiene que la meta se alcanzará privando a los ciudadanos de su propiedad por vía impositiva para luego proceder a distribuirla”

Resulta, sin embargo, discutible, primero, que la finalidad del Estado — especialmente el democrático — sea lograr la igualdad de todos los ciudadanos y que incluso determinados fines que podríamos denominar sociales tengan que conseguirse mediante impuestos crecientes y el despojo del fruto del trabajo”

La realidad es que la batalla por la igualdad encierra una enorme falacia, y es la de pensar que esa igualdad es el bien máximo cuando la verdad es que no lo es. No solo eso. En realidad, constituye un gran mal y una inmensa injusticia. Pensar que aquellos que más trabajan, que tienen más talento, que se esfuerzan más, que más sacrifican profesionalmente tienen que recibir la misma recompensa que los holgazanes, los estúpidos o los carentes de preparación constituye un atentado no solo contra la justicia, sino contra el mismo sentido común. La justicia no es la igualdad, sino dar a cada uno lo que se merece”

Los procesos revolucionarios en que tan pródigo fue el siglo XIX, la creencia en una evolución de la Humanidad supuestamente de carácter científico, la fe en las utopías y el desasimiento de cualquier norma de carácter moral dieron lugar, entre otros frutos, al nacimiento del socialismo. Su peso en el siglo XX iba a ser extraordinario, y teniendo en cuenta que tan solo el comunismo se tradujo en la muerte por represión o hambre de más de cien millones de personas resulta difícil considerar que el balance sea positivo”

Marx lo había anunciado punto por punto en su obra más leída: el Manifiesto comunista. No deja
de ser significativo que el socialismo fuera en el curso de pocos años conectado casi de manera única con los nombres de Marx y Engels, y es que, como nadie antes, ambos captaron y expresaron la esencia de esa doctrina política”


Según relataría el mismo Engels, aquella teoría de Marx era, en realidad, un “descubrimiento” que “iba a revolucionar la ciencia de la historia.” En otras palabras, la concepción de Marx era más un
hallazgo científico que una elucubración filosófica. Precisamente, por ello, pensaba Engels que en adelante no solo había que “razonar científicamente” sus puntos de vistas, sino que además había que hacer lo posible por “ganar al proletariado europeoa la nueva “doctrina”


No vamos a detenernos en un análisis pormenorizado del Manifiesto, pero sí vamos a detenernos en algunas de las medidas que Marx y Engels propugnaban para poder implantar la dictadura comunista. Tras una primera parte de su exposición en la que indicaban que la lucha de clases es inevitable y que el proletariado debe aniquilar a la burguesía para liberarse, Marx introduce el tema del Partido Comunista y su papel en este proceso histórico”


La meta, finalmente, del proletariado es, por lo tanto, hacerse con el poder político y desde el mismo llevar a cabo “una violación despótica del derecho de propiedad” que en los países más avanzados se encarnarán en medidas muy concretas:
1. Expropiación de la propiedad territorial y aplicación de la renta a los gastos del estado. 2. Impuestos fuertemente progresivos. 3. Abolición de la herencia. 4. Confiscación de la propiedad de los emigrados y rebeldes. 5. Centralización del crédito en manos del Estado mediante un banco nacional, en el que el Estado poseerá el capital y disfrutará de un monopolio exclusivo. 6. Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte. 7. Multiplicación de las manufacturas nacionales y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos sin cultivar y mejora de las tierras cultivadas de acuerdo con un sistema general. 8. Trabajo obligatorio para todos, organización de ejércitos industriales para la agricultura. 9. Combinación del trabajo agrario e industrial, medidas cuya finalidad sea la desaparición gradual de la diferenciación entre la ciudad y el campo. 10. Educación pública y gratuita de todos los niños, abolición del trabajo infantil en las fábricas tal y como se practica hoy, combinación de la educación con la producción material, etc”


Ese intervencionismo iría privando de su propiedad a los ciudadanos, hurtándoles el derecho a educar a sus hijos, erosionando la familia — a la que se ve como un enemigo que debe ser destruido — y controlando la economía desde arriba. Resulta enormemente interesante el ver que Marx y Engels no pensaban que esas medidas se adoptaran tras la conquista del poder — como ha sucedido en naciones como Rusia, China o Cuba —, sino, previamente, para facilitar la conquista del poder de los comunistas. Para lograrlo, los comunistas respaldarían cualquier movimiento que creara tensiones dentro de la sociedad”


La revolución esperada por Marx y Engels estalló en 1848, pero contra lo que habían preconizado ambos no trajo consigo la victoria del proletariado y la aniquilación de la burguesía, sino resultados muy diversos. Entre 1848 y 1852, no solo las revoluciones fueron siendo sofocadas, sino que además Luis Bonaparte dio un golpe de estado en Francia, iniciando el II Imperio, la cual se produjo la disolución de la Liga de los comunistas. Como pronóstico del futuro inmediato, las líneas redactadas por Marx y Engels no podían haber resultado más fallidas”

A más largo plazo sucedió lo mismo con la visión científica que Marx y Engels afirmaban haber descubierto. A lo largo de décadas, los países capitalistas más avanzados no solo alejaron el fantasma de una crisis que provocara el desplome del sistema, sino que acabaron por primera vez en la Historia con el trabajo infantil. Lograron no solo que las clases medias no se proletarizaran, sino que el proletariado se convirtiera en clase media”
La palabra ”fascismo” no es comprendida, lamentablemente, por la mayor parte de la población mundial. La izquierda la convirtió en un término mordaza que lo mismo servía para denigrar a Ronald Reagan y a Margaret Thatcher que a las políticas conservadores o clásicamente liberales. Tildar a alguien de fascista implica estigmatizarlo y denigrarlo, sacarlo del debate social y condenarlo de la misma manera que los regímenes fascistas quedaron condenados por su derrota en
la Segunda Guerra Mundial

Esa conducta puede tener réditos en el terreno de la propaganda y de la lucha política, pero presenta como un gran inconveniente el no ver hasta qué punto muchas de las políticas seguidas en el seno de las democracias, especialmente por las izquierdas, son abiertamente fascistas”


Tras una victoria electoral innegable, Mussolini mantuvo la monarquía, pero desarboló el sistema parlamentario instaurando una dictadura que suprimió los partidos políticos, las libertades y cualquier asomo de sistema representativo. Sin embargo, la oposición política fue muy escasa hasta el punto de que Mussolini no tuvo que recurrir durante años a medidas represivas extremas y se limitó a encarcelar o desterrar a unos centenares de opositores. La Iglesia católico-romana y la monarquía lo apoyaban, pero, por encima de todo, Mussolini era respaldado por grandes masas populares que no habían tenido problema alguno en cambiar su libertad por el disfrute de leyes socialistas”

Solo su deseo de crear un Imperio italiano invadiendo en 1935 Etiopía colocó en su contra a una parte de la comunidad internacional. Ese repudio fue el que impulsó a Mussolini a aliarse con un hombre al que despreciaba: Adolf Hitler. Fundador del nacional-socialismo alemán, una versión germánica del fascismo, Hitler también había llegado al poder democráticamente y había comenzado un gobierno de intervencionismo estatal que acabó convirtiéndose en dictadura. Al final, la derrota de Hitler en la Segunda Guerra Mundial provocaría también la de Mussolini y su muerte en 1945”

Como en la Antigua Grecia, la creación de enormes masas clientelares encantadas por los supuestos beneficios sociales habían terminado por acabar con sistemas parlamentarios y democráticos instituyendo dictaduras”

Las enormes masas subvencionadas en Hispanoamérica, los inmigrantes — no pocas veces ilegales — de origen hispano en Estados Unidos y de origen musulmán en la Unión Europea, los sectores de población — no pocas veces étnicos — receptores de ayudas sociales que puedan inclinar su voto hacia determinadas opciones políticas son los arietes, no pocas veces inconscientes,
lanzados contra el sistema democrático con la finalidad de colapsarlo de la misma manera que sucedió en la Antigua Atenas”


Continuará...

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