domingo, 4 de abril de 2010

RECAPITULEMOS IV




La Campana de los Perdidos, 13 de marzo. Ciclo: “Poesía Para Perdidos”.

Poetas invitadas:

Ana Muñoz y Sonia Fides con Mª José Hernández en la parte musical.


Como va siendo habitual en las noches poéticas de La Campana, Fernando Sarría comenzó saludando a los allí presentes y esta vez lo hizo informando de un contratiempo: desgraciadamente Sonia Fides tuvo que regresar a su ciudad porque un desafortunado mal sorprendió a su madre y, lógicamente, nos lamentamos todos por la noticia en sí misma y, porque con ella, se nos fue la oportunidad de conocer a Sonia Fides en persona y no pudiendo escuchar de su propia voz el recitar de sus poderosos poemas (espero que todo fuera bien Sonia. No te preocupes estoy segura que habrá nuevas ocasiones para conocerte), pero la noche comenzaba y Fernando Sarría con Miguel Ángel Yusta, como copiloto de ésta nave especial y espacial que nos transporta a mundos perdidos en busca de verdades encontradas, presentó de igual manera a las dos protagonistas. Y después…, Ana. Sí mi Ana Manzana o Ana Muñoz que es decir lo mismo dos veces con salsas diferentes. Y ahí estaba ella sola ante el peligro y las miradas de las noche, pero bien, muy bien porque Ana nos recitó sus poemas, nos hizo reír, y disfrutamos como siempre de su voz, simpatía, belleza, poesía y cariño. Qué más se puede pedir. Pues eso, que lo tiene todo y todo lo comparte con nosotros. Como compartieron con ella y para nosotros el escenario: Manuel Forega, Miguel Ángel Yusta, Luisa Miñana y Fernando Sarría que salieron a recitar los poemas de Sonia Fides y supieron adaptarse a las circunstancias lo mejor que pudieron y lo hicieron fenomenal, porque no es fácil recitar poemas que han creado otros poetas. Cada cual tiene su ritmo y su voz y no es tan sencillo como parece. Pero lo consiguieron y con ello consiguieron llevar a buen puerto la noche. Aplausos por favor… ellos se merecen lo mejor. Bueno, bien, que hay que dar paso a Mª José Hernández que nos dejó a todos boquiabiertos con su dulce voz, su guitarra, y sus pegadizas y cálidas canciones. Vaya, que aquella noche las grandes mujeres se abrían paso en el espacio sideral de La Campana de los Perdidos y yo estuve allí para gozar de todos ellos. Qué alegría poder decir esto.



Café Hispano, día 20-3-10. Concierto: Pecker y Petisme. Sí, concierto, digo y digo bien. La verdad es que no suelo ir a ningún concierto. Creo recordar que al único concierto que asistí fue en la Expo para ver y escuchar a Patti Smith y salí encantada. Bueno, también he asistido y escuchado a algunos poetas y amigos que cantan o tocan con su grupo y que han actuado, por ejemplo: en La Campana de los Perdidos o en algún otro local de la ciudad o en las terrazas de verano de Zeta o en algún otro acto parecido. Y también he salido encantada. No sé si hay mucha diferencia, al margen de pagar o no una entrada, claro. Pero el caso es que desde lo de Patti no me había decidido a salir de concierto. Una de las razones, como siempre, es que voy sola y, claro, no es lo mismo ir sola que ir acompañada, por mucho que conozcas al grupo que actúa en el escenario, Aunque realmente con el tiempo se acostumbra una a todo y la verdad… ya no me importa. Al fin y al cabo son las circunstancias: los hijos crecen, los amigos están a lo suyo, eso si tuviste amigos alguna vez, y a la salida del infierno no sueles encontrarte con demasiada gente esperando en la puerta. También es verdad que tiene sus ventajas: que puedes marcharte cuando te apetezca o cuando las obligaciones dictan volver sin dar ninguna explicación ni dar la vara a nadie. Eso es libertad, pequeña, pero libertad. Soledad también, pero cuando uno tiene la sensación de haber estado fuera de este mundo durante años, es fácil hacer amistad con las personas que te encuentras en tu camino. Y justamente eso fue lo que ocurrió: llegué a tiempo (milagrosamente, sí) pero esta vez tuve que esperar, como los demás, a que abrieran las puertas del Hispano, al parecer la actuación de Pecker llevaba algo de retraso. Y allí en la puerta esperando y esperando hice amistad con una pareja de jóvenes encantadores y risueños. Y a los pocos minutos parecía como si nos conociéramos de toda la vida y todos con una sonrisa en los labios. Entramos juntos, pero luego nos separamos, tampoco es cuestión de pegarse como una lapa a nadie. Todavía me queda algo de conocimiento, pienso yo. Pero al rato vinieron a por mí. Y sólo fue la primera sorpresa de la noche. Ya no nos separamos hasta el final del concierto. Fueron encantadores conmigo, de verdad que sí y desde aquí envío un fuerte abrazo para Andrea y Enrique.

No conocía a Pecker ni a su música, pero después de escucharles os diré que me gustaron mucho sus canciones. Por supuesto que las bailé y bien, bien, muy bien, pero cual fue mi sorpresa cuando al termino de su actuación subió al escenario Ángel Petisme, para cantar juntos una de las canciones de Pecker titulada Supernova y estuvieron geniales los dos, en serio. Algo que volvió a repetirse, en esta ocasión, con una canción de Petisme titulada Cierzo, aunque esta vez con él estuvieron Pecker y Fernando Frisa. Fantásticos. Se palpaba el buen ambiente entre ellos y eso se trasmite al personal, y de qué manera. Después creo que me volví loca bailando. Y a continuación Petisme para nosotros hasta el final de la noche. Fue increíble. Bien, me explico: yo conocía las canciones de su último CD. Las canciones incluidas en Río Ebrio y algunas, reconozco que pocas, de otros trabajos suyos, pero la mayoría de la gente que estaba allí se sabían muchas de sus canciones. Todos menos yo ¡coño!, pero en qué planeta he estado yo durante todo este tiempo, pensé. Y quedé gratamente sorprendida y muy, muy emocionada con su trabajo, tanto el último, que para mí era el primero, como los anteriores, que para mí eran los más actuales. Si a eso añadimos la complicidad que reinaba entre Petisme y el público de la sala, creo, que es fácil entender que fuese una noche brillante, inolvidable y bastante emotiva para todos. Sí, emotiva porque Ángel Petisme anunció durante su actuación que se marchaba a una zona del mundo muy conflictiva y lejana, al menos, para mí que lo más lejos que salgo es al centro de la ciudad y poco más. Pero él anunció que se marchaba nada menos que a Iraq.

Es inconcebible pensar que esa noche estuviera cantando para nosotros y al día siguiente se preparase para pisar tierras lejanas e inhóspitas, pero ahí estaba cantando y recibiendo a la primavera con nosotros y, como si tal cosa, se despidió no sin antes prometer que volvería. Y ha cumplido su promesa. Ángel Petisme ha vuelto.

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