sábado, 26 de diciembre de 2020

UN MUNDO QUE CAMBIA -24

 





Aquí dejo unos párrafos del libro “UN MUNDO QUE CAMBIA” de César Vidal. Interesante desde la primera hasta la última palabra escrita, no lo dudes:



Es posible que a muchos lectores les haya llamado la atención que, en lugar de centrar la descripción del mundo en Oriente Medio, la tesis del libro se centre en otros ejes. Sin duda, Oriente Medio ha tenido una importancia radical en la Historia del último siglo. A decir verdad, las últimas guerras iniciadas por los Estados Unidos en el área no deben poco a esa concepción”



En primer lugar, debe señalarse que en ninguno de los casos, el resultado de las intervenciones militares (intervenciones que, en su conjunto, has costado centenares de miles de muertos) han concluido con el establecimiento de democracias. Desde luego, resulta discutible que exista un derecho de un tercer país a invadir otro que no lo ha agredido previamente para transformarlo en una democracia. Pero de existir, hay que reconocer que el fracaso ha sido clamoroso”

A este factor hay que añadir el inmenso coste de estas operaciones.

Finalmente, ninguna de esas intervenciones ha convertido el mundo en más seguro. A decir verdad, la seguridad ha disminuido”



En segundo lugar y a pesar de que la insistencia mediática sea enorme, Israel no corre peligro frente a unos adversarios muchos más débiles que él. A decir verdad, los propios historiadores israelíes reconocen que Israel nunca vio amenazada su existencia por las naciones de alrededor por la sencilla razón de que siempre contó con una enorme superioridad militar”



Simplemente (y es triste decirlo) la pretensión de contar con territorios ocupados y paz total es una quimera y la retención de esos territorios desde 1967 siempre va a implicar una visión negativa que va mucho más allá de Oriente Medio aunque no sea comprendida por buena parte de los medios en Estados Unidos o el Canadá”



Este tipo de hechos intenta ser contrarrestado, ocasionalmente, con referencias a la supuesta maldición que implica criticar la política del estado de Israel sobre la base de Génesis 17 y 22. Semejante interpretación de la Biblia es, como mínimo, discutible. Si, efectivamente, la crítica de las acciones de Israel sujetara a maldición habría que deducir que todos los profetas de Israel fueron unos malditos y que también lo fue Jesús que anunció la destrucción de Jerusalén y su templo (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21). Para colmo, interpretar así ese pasaje choca con la propia exégesis del Nuevo Testamento donde la descendencia de Abraham no es identificada con un estado judío sino con el mesías (Gálatas 3:16). De hecho, no deja de ser revelador que en ese mismo texto (Gálatas 3:29) se afirme que los descendientes de Abraham son los que creen en Jesús como mesías. Como en tantas ocasiones a lo largo de la Historia, la mala exégesis se traduce en mala política”



Finalmente, debe señalarse que Estados Unidos no necesita el petróleo de Oriente Medio. A diferencia de lo sucedido en los años setenta, se autoabastece de petróleo e incluso es un exportador neto”



Estados Unidos emplea el 53% de su presupuesto en gasto militar. Sin duda, es una magnífica noticia para los fabricantes de armas que se lucran con esa situación, pero es pésima para los ciudadanos de Estados Unidos que lo costean con sus impuestos y, sobre todo, es innecesario. Que existan estas situaciones y que, a la vez, Estados Unidos no pueda contar con un servicio sanitario público como el Canadá o Europa occidental al lado del privado, de nuevo, es tema para reflexionar”



En paralelo, en las últimas décadas ha quedado de manifiesto que es posible aumentar espectacularmente la influencia internacional mediante medios diplomáticos y financieros y no militares. China es el ejemplo. Al igual que enseñaron Los Padres Fundadores, China rechaza las alianzas militares perpetuas y persigue, por encima de todo, fortalecer el comercio. El método es mucho más barato y habría que preguntarse si no ha tenido más éxito”



Este conjunto de reflexiones resulta obligado y lo resulta porque la gran batalla por el futuro de este mundo en cambio no se libra ni se librará en Oriente Próximo, sino desde los cómodos despachos de los diseñadores de la agenda globalista”



Entre la redacción de este libro y su envío a imprenta, el mundo ha sufrido el golpe de la pandemia de coronavirus, una pandemia que, a día de hoy, no ha concluido y cuyo balance final no puede realizarse de manera cabal. Con todo, lo que hemos ido sabiendo hasta ahora confirma, de manera ciertamente llamativa, las tesis contenidas en las páginas de este libro”


En primer lugar, resulta obvio que la agenda globalista NO ofrece alternativas mejores que las que derivan de los estados soberanos e independientes. Si algo ha quedado de manifiesto en medio de esta crisis, es la inoperancia angustiosa de las entidades internacionales. La Unión Europea, la NATO, la Organización de Estados Americanos, la Organización de Naciones Unidas e incluso el Vaticano se han mostrado gravemente incapaces de dar pasos que ayuden a enfrentarse con la pandemia”


La realidad ha mostrado que son enormes e incompetentes dinosaurios capaces solo de referirse a problemas no pocas veces distantes de la realidad y de gastar inmensas cantidades de dinero que podrían ser mejor empleadas en otras causas. En cuanto al silencio de los iconos globalistas, como Soros o el papa Francisco, en medio de la crisis constituye una circunstancia de enorme relevancia”


En segundo lugar, ha quedado de manifiesto la ausencia de interés real de los pilares del globalismo para el conjunto de la Humanidad. Ha bastado el tener que enfrentarse con una amenaza auténtica para que hayan desaparecido casi por completo el lenguaje inclusivo, las referencias a la emergencia climática o las leyes de género. No puede dudarse de que todos estos aspectos relacionados con la agenda globalista no pasan de ser agitación y propaganda y, precisamente porque esa es la realidad, han sido barridos de la mente de la gente e incluso de los medios de comunicación porque una realidad —ciertamente innegable— ha hecho acto de presencia”


En tercer lugar, ha quedado de manifiesto la falta de escrúpulos morales de los impulsores de la agenda globalista. A pesar de la gravedad de la situación, la agenda globalista no ha dejado de perseguir sus objetivos sin importarle lo más mínimo la vida de las personas”


En enero de 2020, el gobierno español tenía datos más que suficientes procedentes de entidades internacionales y nacionales para saber que la epidemia de coronavirus sería grave. Sin embargo, prefirió seguir respaldando la ideología de género a través de las manifestaciones feministas del 8 de marzo”


En otras palabras, su sectarismo político llevó al gobierno español a crear inmensos focos de contagio porque impulsar la ideología de género era más importante que evitar el avance de la enfermedad. A esas manifestaciones acudieron en España centenares de miles de personas que luego expandirían la plaga”



En algunas regiones de España como Cataluña la situación contó con elementos agravantes añadidos. Así, la asistencia a un mitin del golpista Puigdemont se convirtió en otro foco de contagio que convertiría a Cataluña en la región española más golpeada por el coronavirus”


Aunque el gobierno español se veía enfrentado con una aguda escasez de fondos motivada por la elevada deuda y la depresión económica provocada por los altos impuestos, creaba nuevos puestos en la administración estatal para difundir la ideología de género, y mientras escaseaban los medios sanitarios para enfrentarse con la pandemia, declaraba la práctica de abortos como un servicio esencial. En lugar del bien común, se imponía, una vez más, el dogma globalista”


La primera prioridad no era, ni por aproximación, la de salvar vidas humanas, sino, curiosamente, otras como la de destruirlas en los abortorios o aplicando protocolos de eutanasia en los hospitales”


En cuarto lugar, ha quedado de manifiesto qué países son los más débiles para enfrentarse con el coronavirus y cuáles los más fuertes”


Al final, el esquilmar a la población mediante impuestos destinados a alimentar clientelas y burocracias y el endeudar a la nación para mantener un sistema ineficaz NO ha sido garantía frente a una crisis nacional. Por el contrario, ha sido una sentencia de muerte para la sanidad, la economía y la paz social. Lo que muchos —no solo los globalistas— han considerado el camino para la justicia social es solo la senda para las mayores catástrofes y para la impotencia absoluta a la hora de prevenirlas y evitarlas”


Solo unos sistemas que aprendan las lecciones de la Historia, expuestas en las páginas previas, tienen posibilidades de navegar en un océano de la vida donde, ocasionalmente, se presentan tormentas como el coronavirus. Por añadidura, el carácter manipulador, desprovisto de carga moral y dañino de la agenda globalista, ha quedado al descubierto como pocas veces antes. El globalismo —y los pequeños nacionalismos como el catalán— se ha manifestado inoperante mientras que los gobiernos con una sólida base patriótica han opuesto respuestas mucho más eficaces”



Continuará…




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