El viernes pasado acudí a una nueva cita en la Biblioteca de Aragón con “Las Fiestas del Mañana” el ciclo de Nueva Narrativa actual que coordina Manuel Vilas y al que desde aquí os animé para que asistierais. Y si os animo es porque estos encuentros son siempre muy interesantes y amenos.
Y hoy os voy hablar de mi limitada impresión personal “que no profesional”, por supuesto:
David Castillo me introdujo suavemente en el paisaje detallado de su lectura, incluso, cuando éste está construido sobre lo que fue… y a través de sus ruinas y los seres que quedaron atrapados en ellas, incluidos gatos, ratones y demás fauna viviente. Fue estupendo.
Ignacio García Valiño me produjo una mezcla rara de sensaciones con su lectura y está claro que se centra en el pensamiento de su protagonista, un hombre que piensa en la mujer que ama y al mismo tiempo está a punto de despedirse de su amada sin ser capaz de comunicarse con ella, lógicamente sólo es un fragmento, claro. Aunque todo es pura contradicción, incluso el debate posterior estuvo lleno de inmensas contradicciones, qué bien.
Cristina Grandes me deleitó con algunos de los fragmentos de su próximo libro que todavía está en construcción. Me resultó emocionante su lectura y me encantaron los textos de su memoria y su cálida voz.
Enigmático silencio el de Cristina en el debate.
Ricardo Menéndez Salmón me entusiasmó con la lectura de su fragmento, en la que el pintor Mark Rotko era una parte fundamental del texto leído. Posteriormente fue el objetivo a derribar, porque tuvo que defender a capa y espada en el debate (o quizá me dio a mí esa sensación y esté diciendo una tontería) al narrador de la no ficción de su libro.
Buen torero Ricardo.
Ricard Ruiz Garzón me sorprendió con su emocional y trágico fragmento sobre el suicidio de un amigo cuya mente, casi con seguridad, había quedado atrapada en las garras de la esquizofrenia. Dijo, sino me falla la memoria, que había llegado a Zeta en el AVE, sí, ese extraño pájaro con otra clase de garras que vuela a gran velocidad, pero siempre a ras de suelo (me ha venido a la cabeza, tranquilos, son ramalazos que me dan).
Me encanta poder asistir a estos actos porque siempre regreso a casa con la sensación de haber aprendido algo más y de haber pasado un buen rato. Siempre es así. Mi enhorabuena para Manuel Vilas y para los escritores invitados en este ciclo “fantástico”. Como todos ellos.
Y hoy os voy hablar de mi limitada impresión personal “que no profesional”, por supuesto:
David Castillo me introdujo suavemente en el paisaje detallado de su lectura, incluso, cuando éste está construido sobre lo que fue… y a través de sus ruinas y los seres que quedaron atrapados en ellas, incluidos gatos, ratones y demás fauna viviente. Fue estupendo.
Ignacio García Valiño me produjo una mezcla rara de sensaciones con su lectura y está claro que se centra en el pensamiento de su protagonista, un hombre que piensa en la mujer que ama y al mismo tiempo está a punto de despedirse de su amada sin ser capaz de comunicarse con ella, lógicamente sólo es un fragmento, claro. Aunque todo es pura contradicción, incluso el debate posterior estuvo lleno de inmensas contradicciones, qué bien.
Cristina Grandes me deleitó con algunos de los fragmentos de su próximo libro que todavía está en construcción. Me resultó emocionante su lectura y me encantaron los textos de su memoria y su cálida voz.
Enigmático silencio el de Cristina en el debate.
Ricardo Menéndez Salmón me entusiasmó con la lectura de su fragmento, en la que el pintor Mark Rotko era una parte fundamental del texto leído. Posteriormente fue el objetivo a derribar, porque tuvo que defender a capa y espada en el debate (o quizá me dio a mí esa sensación y esté diciendo una tontería) al narrador de la no ficción de su libro.
Buen torero Ricardo.
Ricard Ruiz Garzón me sorprendió con su emocional y trágico fragmento sobre el suicidio de un amigo cuya mente, casi con seguridad, había quedado atrapada en las garras de la esquizofrenia. Dijo, sino me falla la memoria, que había llegado a Zeta en el AVE, sí, ese extraño pájaro con otra clase de garras que vuela a gran velocidad, pero siempre a ras de suelo (me ha venido a la cabeza, tranquilos, son ramalazos que me dan).
Me encanta poder asistir a estos actos porque siempre regreso a casa con la sensación de haber aprendido algo más y de haber pasado un buen rato. Siempre es así. Mi enhorabuena para Manuel Vilas y para los escritores invitados en este ciclo “fantástico”. Como todos ellos.
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